Desde el 13 de agosto de 1961 y por más de dos décadas, 155 kilómetros de hormigón apagaron la bella capital alemana y la tiñeron de luto. Hoy, su existencia tiene forma de memoria, a veces cauta, otras insistente.
Alemania identifica a América Latina como socio natural y esencial en esta batalla entre visiones contrapuestas del mundo.