Las universidades regionales son, por sí mismas, interlocutoras, no solamente válidas, sino indispensables y referenciales, para aportar al desarrollo y autonomía de las regiones, una base para cambiar el modo como se construye y desarrolla la nación.
Ha faltado unidad de propósito, los proyectos de desarrollo de la Región son sistemáticamente bombardeados por los actores regionales, riñas intestinas, luchas pequeñas de poder, han desdibujado la visión de futuro, dejando las intenciones en calidad de escombros.
En ese debate queda expuesta la aspiración a una mayor autonomía responsable y las dudas sobre las competencias de los gobiernos regionales para hacer un uso adecuado de esta oportunidad de mejorar la simetría en el desarrollo territorial de Chile.
Tras la batalla de Loncomilla, desapareció para siempre ese Chile tricéntrico que venía desarrollándose desde la independencia, con tres polos de influencia y de crecimiento, en el Norte, en Santiago, y en el Sur, sustituido por un unicentrismo omnímodo hasta nuestros días.
Seguir la Estrategia de Desarrollo Regional, internacionalizar, innovar y fortalecer el capital social en un sistema de cooperación territorial son parte de las principales propuestas.