Superar las desigualdades territoriales es un imperativo ético para la equidad y la justicia social que tanto requieren nuestras sociedades. En Chile, hoy existe una oportunidad histórica para cambiar la manera de construir socialmente los territorios en el marco del proceso constituyente.
Con mucha pena y sin gloria, la ruralidad del país seguirá esperando que el sentido común ilumine a las próximas generaciones.