Somos una familia normal, con altos y bajos, pero arriba del escenario, o detrás de un celular hoy, se transforman en pequeños dioses jugando en el jardín de los sonidos. Larga vida a nuestra Sinfónica, honores a ellas, ellos.
Estamos en el punto de partida de un camino que debemos allanar con diálogo y acuerdos, al que estamos invitados a aportar y construir desde nuestros espacios.
Construir y poner en órbita nuestros propios satélites es clave en un amplio abanico de frentes, incluyendo alcanzar soberanía en nuestro sistema de comunicación.
Pueden viajar a Santiago, hacer comisiones, contar un cuento de lucha desatada contra la capital y pedir lo que quieran. El sistema establecido reparte independiente de lo que cada uno pida.
Llegó el momento que como sociedad, más allá de algún acuerdo político determinado, fijemos otro “Acuerdo de Mínimos Comunes”, uno que no es pasajero y no tiene que ver con la pandemia, uno que no distribuye beneficios sociales y no distingue edad ni posición social: La violencia, bajo ninguna circunstancia, puede ser aceptable como camino para la acción política ni para la obtención de beneficios del Estado.
Esas 8 personas muertas, doblemente caídas, en la vida y en la calle, no se merecían ese destino.