Ante la envergadura de las demandas y su diversidad, la ciudadanía tiene que hacerse parte. El ciudadano debe encontrar su papel para construir una mejor ciudad, desde la simple consulta, a su compromiso material en recursos y tiempo para tareas de común beneficio.
Pese a que la mayoría de los chilenos no cree que la situación económica sea buena, piensa que la calidad de la educación no ha mejorado en los últimos diez años y otorga bajos porcentajes de aprobación a su clase política, aun así se siente más feliz (69,4%) que infeliz (5,9%).
No es filosofía elemental, o un ejercicio ocioso, es una meta a la cual podemos acercarnos siempre y cuando estos valores sean sentidos como indeclinablemente indispensables para hacer una patria mejor.