El festival se ha posicionado como una verdadera marca de Biobío hacia el resto del país, en una cita que incluso ya está traspasando las fronteras nacionales.
Además de los asaltos, la Plaza Perú enfrenta problemas asociados que contribuyen al deterioro del sector. El consumo y tráfico de drogas son prácticas habituales en la zona, según denuncias de vecinos y locatarios.