Se sabe que, con suerte, las personas que van a los estadios con otras intenciones alcanzan un 1%. ¿Es justo que el otro 99% no pueda, por ejemplo, ir a ver jugar a su equipo de visitante, acudir con la familia por miedo a alguna agresión?
Más allá del retraso de su instalación, queda por evaluar si el cambio fue positivo. Hasta ahora, con 11 SLEP funcionando en Chile, no se ha conocido un análisis que hable del impacto positivo.
Queda que comiencen los acuerdos entre los involucrados. Conversaciones que ojalá sean lo menos dilatadas posible, ya que eso solo repercutirá en el atraso sostenido de un servicio necesario para este punto del país.
Ahora solo resta que el poder central dé pie al programa. Uno que no pone sobre la mesa un mero listado de sugerencias, sino que propuestas serias.
Un asunto importante donde la autoridad pública, tras este anuncio, no puede fallar ante las exigencias y anhelos de los habitantes de estas zonas del Biobío, muchas veces postergadas en las tomas de decisiones.