Política

Ex acomodador del Cine Windsor relata su 11 de septiembre de 1973: “Ese día había mucho nervio”

Juan Carlos Soto (67), tenía 15 años cuando fue el Golpe. El recinto tuvo que cerrar temprano, y luego fue testigo de cómo comenzaron los allanamientos militares en las poblaciones.

Por: Sebastián Rojas 07 de Septiembre 2023
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

La primera noticia fue temprano en la mañana, como a las 7 A.M. Juan Carlos Soto (67), quien actualmente trabaja como acomodador y portero oficial del Teatro UdeC, tenía tan solo 15 años para el 11 de septiembre de 1973.

Ese día no hubo clases, recuerda, así que partió directo a su entonces trabajo -porque trabajaba y estudiaba desde temprana edad- que era el ex Cine Windsor, donde también ejercía labores de acomodador de cine.

Ahí, con una vista periférica del centro de Concepción, la imagen del Golpe ya desentonaba lo cotidiano: “Esto significó un antes y un después”.

La mañana del 11

“La primera noticia la recibí a las 7 de la mañana a través de la radio. Estaba en casa con mi mamá. Anunciaban que iban a bombardear La Moneda y que se estaba produciendo el derrocamiento del Presidente, Salvador Allende”.

Lo anterior ya comenzaba a incrustarse como una impactante noticia en su familia debido a que, como él señaló “el medio en el que me crié tenía una esperanza, tenía un sueño. La esperanza y el sueño era Salvador Allende”.

Ese martes 11 de septiembre, a causa de que se suspendieron las clases, partió de inmediato al Cine Windsor, trabajo al que iba normalmente en la tarde tras la jornada escolar.

Ya en pleno centro, el clima cambió drásticamente: “la gente corría para todos lados, esta ciudad ya estaba llena de jeeps de militares. Andaban por las calles con las metralletas”.

Había llegado al cine a eso de las 08:45 de la mañana y los pelotones ya se paseaban por las avenidas. Y, a pesar de que estuvieron unas horas trabajando, a las doce los uniformados anunciaban gritando que debían retirarse a sus casas.
Instrucciones: cerrar el cine y el comercio. Tiene que volverse.

“La ciudad estaba pasando por un clima de mucho nervio, la gente andaba como sonámbula y, de ciertos lugares, por ejemplo, desde la sede del Partido Demócrata Cristiano, estaban sacando gente. Era fuerte, muy fuerte”.

El regreso a casa

Luego de la instrucción militar, la única salida era volver a casa tanto por resguardo como por la misma orden.
Sin embargo, no estuvo fácil la vuelta al hogar ya que, el ex acomodador del Cine Windsor recuerda su vuelta a pie hasta el sector Lorenzo Arenas.

Un trayecto tenso, que duró entre 15 y 20 minutos, donde Soto veía los camiones llenos de militares, los jeeps con metralletas y fusiles: “Era algo impacto y de terror”.

Recordó también que desde ese día, ningún joven -como él- pudo volver a usar el pelo largo ya que era una característica de comunistas.

Así, con pelo largo y todo, caminó largos minutos hasta Lorenzo Arenas. Al llegar, como a las 14:00 horas, su madre estaba destrozada, ella admiraba al Presidente Allende.

“Lloraba mi vieja como si hubiese muerto un familiar, todos los vecinos destrozados llorando. El pueblo quería al Presidente, mis viejos tenían la esperanza -yo era un joven todavía-”.

La invasión a las poblaciones

Luego, durante la jornada del 11, Juan Carlos Soto rememoró la invasión a las poblaciones.

“El mismo día empezaron a invadir las poblaciones. Comenzaron a sacar vecinos a culatazos, no eran empujones. En el sector Nueva Esperanza se vio muy fuerte porque habían muchos activistas del Partido Socialista y del Comunista. Castigaron mucho a las poblaciones”.

A sus recuerdos, vino el caso particular de un vecino suyo que entregó a su hijo porque tenía un fusil guardado en el cementerio. “Él (el padre) lo denunció a los militares”.

El hermano mayor

En el contexto de la invasión a las poblaciones y los inminentes allanamientos que le siguieron días después, el mismo martes 11 de septiembre, ya en casa, la familia recordó que el hermano mayor de Juan Carlos Soto, que estudiaba en la UdeC en aquel tiempo y era militante del Partido Por la Juventud, tenía un largo lienzo de la Unidad Popular guardado en su pieza.

“Nos habíamos olvidado y mi mamá de repente se acordó y me mandó a quemar el lienzo de la Unidad Popular. Y nos salvamos, porque al otro día empezaron a allanar la población completa, a todos los sacaron para afuera y registraban las casas completas”.

Un antes y después

Juan Carlos Soto, sinceró que haber vivido aquello a los 15 años, y a pesar de no haber estado metido en política, significó un antes y un después.

En su actualidad, recordó la muerte de dos amigos que eran perseguidos por la CNI, las veces que vio al Presidente Allende en Concepción y, años después, la visita de Augusto Pinochet al Teatro UdeC.

“Para mí ese día fue un antes y un después porque se terminaba el ciclo de una historia, de una ilusión para nosotros como pueblo, y comenzábamos a vivir una nueva historia para la que no estábamos preparados”.

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