Política

¿Qué aprendimos? Las lecciones que nos dejó el cataclismo

Cuidado personal, resguardos geográficos y normativas en materia de edificación cambiaron después de aquella madrugada. Tras el terremoto, de todas estas aristas se sacaron grandes aprendizajes.

Por: Daniel Nuñez Durán 23 de Febrero 2020
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Hace 10 años la tierra sacudió al país como pocas veces se vio a lo largo de la historia. El terremoto y posterior tsunami dejaron al descubierto todas las falencias que Chile tiene como nación.

Errores sociales, faltas en materia de construcción, desorganización vial o, simplemente, la poca cultura sísmica fueron algunas de las cosas que el cataclismo del 27 de febrero de 2010 dejó en evidencia.

Cuando ya ha pasado una década desde aquella fatídica madrugada que arrebató la vida de cientos de chilenos, en todo este tiempo es fundamental el haber sacado lecciones sobre cómo reaccionar ante un evento de esta magnitud o cómo mejorar en cuanto a la identificación de zonas de posible riesgo en caso de terremotos.

¿Sabemos cómo reaccionar?

Lo que generó el terremoto en la sociedad a nivel psicológico fue impactante. Vivir el momento o sentir la pérdida de un ser a raíz del movimiento de la tierra dejó al chileno con niveles de estrés y cansancio muy altos.

Pese a todas estas dificultades personales, ¿es posible sacar lecciones después de un sismo 8.8? De acuerdo a la mirada psicológica, es posible. En ese sentido, la resiliencia (capacidad de la persona de sobreponerse a situaciones traumáticas) juega un rol fundamental.

“Los que vivimos este sismo 8.8, uno de los más grandes de la historia, sabemos que psicológicamente no quedamos muy bien. Pese a todo lo que nos afectó, tuvimos que afrontar estos temores, contando nuestras experiencias y no escondiendo los sentimientos. Mediante la resiliencia, muchos, sin saberlo, pudimos salir adelante”, explicó la psicóloga, Constanza Bastías.

Desde un punto de vista mucho más personal, también es posible sacar lecciones positivas de un sismo para no volver a cometer riesgos en eventos futuros. En este caso, la gente aprendió a cómo reaccionar, según explicó la profesional. “Con el terremoto de 2010, la gente aprendió qué tiene y qué no tiene que hacer en caso de repetir un hecho así de catastrófico. Por ejemplo, en lo que respecta al resguardo físico y emocional, pese a ser un país de cultura sísmica, pocos supieron como llevar el tema. La experiencia dice que hoy ya sabemos qué hacer. Sí pudimos sacar lecciones que nos ayudarán en un momento de trauma como el que vivimos en esa madrugada”, sostuvo.

De acuerdo a lo expuesto por la psicóloga, las personas actúan en base a sus experiencias personales, para poder ayudarse uno mismo o servir de apoyo a la comunidad, hay que vivir una experiencia para replicarla en un futuro no muy lejano.

“El 8.8 nos tomó a todos por sorpresa, pero, pese a ello, nos sobrepusimos y sacamos lecciones de cómo salir adelante ante un evento de esa categoría. En resumen, creo que todos sacamos más de alguna lección después de esa terrible madrugada. Por ejemplo, ahora la gente sabe que debe guardar alimentos constantemente o tener elementos a la mano que pueden servir en un kit de emergencia. Son detalles pequeños, pero que son decidores en situaciones así”, explicó Constanza Bastías.

Foto | Isidoro Valenzuela M.

Mapa de riesgos

A nivel geográfico, después del terremoto de 2010, los mapas de riesgos han sido claves para identificar las zonas de peligro en caso de catástrofe.

Mediante una cartografía, se analizan los territorios, se estudian las capas para ver las construcciones que existen en los alrededores, además de establecer las redes de transportes y telecomunicaciones, que son claves para establecer el contacto entre las comunas del Bío Bío, por ejemplo.

Con el diseño hecho, se estudian las amenazas y los riesgos que podrían existir en el territorio respecto a dicha problemática. Todo se hace a través del Sistema de Información geográfica.

Después del 27/F, se trabajó bastante en estos temas para que un futuro desastre no encontrara la ciudad tan a la deriva, sobre todo, en una materia que podría salvar muchas vidas.

“Tras el terremoto 8.8 que golpeó a nuestra Región, en lo que es el Gran Concepción o el área metropolitana, se han realizado varios avances después del 27 de febrero. Después de ese hito, se generaron acciones para mejorar las capacidades globales e institucionales, o todo lo relacionado a temas sociales y de infraestructura del territorio para que aprendiéramos a convivir con las amenazas. La intención de las autoridades estuvo, pero en la práctica no se logró concretar como uno esperaba”, señaló Alejandro Lara, académico del departamento de Arquitectura de la Universidad de Concepción.

Agregó que al igual que temas como el cambio climático, se establecieron políticas en materia de riesgos, sin embargo, no se han ejecutado como corresponde. “El político, como el ciudadano, tienen memoria a corto plazo. Sucedido el 27/F, autoridades y ciudadanía tomaron el tema como algo prioritario y se realizaron acciones. Por ejemplo, el gobierno de turno levantó el Plan de Reconstrucción del Borde Costero, pero muchos de los proyectos incluidos en la carpeta, estaban ya diseñados. Mucho de lo que se hablaba por esos días, nunca se ejecutaron. Se hizo mucho diagnóstico, pero se llegó siempre hasta ahí. No hubo concreción”.

Aseveró que una de las grandes lecciones que sacó la comunidad después del gran sismo fue la capacidad de resiliencia comunitaria, asociada a la capacidad individual de cada una de las personas.

Normativas de infraestructura

Uno de los aspectos que más se resintió después del cataclismo fue la infraestructura. Chile es un país sísmico, pero aquella jornada se vio que la fuerza de la naturaleza igual mandó a tierra a muchos edificios.

Al abordar el tema, la primera pregunta que surge es qué tanto ha avanzado Chile para prevenir el colapso de un edificio o construcciones tan vitales como los puentes. Si bien los estudios de comportamiento de diversas estructuras han asegurado que existen avances, es difícil medir cuánto se ha avanzado.

“Al igual que en el tema de mapas de riesgos, a nivel estructural también se han cursado avances, pero que no pueden ser comprobados hasta que se viva un hecho similar. Existen mejoras sustanciales en las nuevas normativas para construir, pero eso no garantiza mucho hasta no someter a las estructuras a un movimiento 8.8 como lo fue en 2010”, indicó Lara.

El marco normativo que regía las edificaciones resintió el terremoto y sus consecuencias. Tanto las construcciones de hormigón como las obras viales y la clasificación de suelos sufrieron modificaciones, las cuales, a su vez, han debido irse adecuando a los estudios desarrollados en años posteriores.

Sin embargo, existe una categoría que hasta febrero de 2010 no contaba con una normativa y que en vista a los daños debió ser regulada: los elementos no estructurales.

Estos elementos, decorativos o funcionales, si bien no soportan un edificio, el desprendimiento de ellos, como el caso de un cielo falso, o su destrucción, como podrían ser los equipos de un hospital, pueden traducirse en un grave daño o perjuicio para las personas o instituciones. Es por ello que estas estructuras u artefactos, actualmente, también, deben estar diseñados para soportar un sismo.

Además de la modernización normativa vivida después del terremoto, también es posible constatar otros avances que apuntan a resolver problemas en variadas áreas. El conocimiento en profundidad de los materiales de construcción, así como, la incorporación de nuevos componentes sintéticos, ha sido un claro paso adelante en este ámbito.

Por otro lado, la sofisticación de los instrumentos de modelación ha permitido observar analíticamente el comportamiento de estructuras cada vez más complejas, las que, a su vez, deben responder a un marco legal y una fiscalización con estándares cada vez más estrictos.

Por último, está el desarrollo en sistemas de protección sísmica, de aislación y disipación sísmica, donde nuestro país es uno de los líderes mundiales en la materia.

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