Política

Chile Vamos… o ¿¡Vamos Chile!?: la Moneda en punto de quiebre

¿Si dejamos de lado las encuestas, errores, parafernalia y arremetidas comunicaciones para ver lo que está en juego para el Gobierno y para la gente? Hablamos aquí de realidades, promesas, deudas y riesgos. Esto es pragmatismo político.

Por: Luz María Astorga 26 de Agosto 2018
Fotografía: Agencia UNO

¿Cuál es hoy el principal problema del Presidente Piñera?

Hice la pregunta a varios expertos y escuché los silencios.

¿Las encuestas, Chile Vamos, el Congreso, los derechos humanos, la economía que crece, pero no llega a la gente, la derecha dura?

(La lista es larga, para qué cansarse de entrada).

Ahora que conocemos la Casen 2017, ¿será la pésima distribución del ingreso o que 20,7% de la población es “pobre” si consideramos educación, salud, trabajo, seguridad social y vivienda? ¿Y todo esto a más de 40 años del modelo?

Difícil elegir por dónde empezar.

Agosto ha sido mes modelo si de complicaciones, intentos de diagnósticos y errores hablamos. Uno tras otro. Y como si se pisaran arenas movedizas, cada vez pareciera más difícil la salida rápida, en vistas que septiembre está ahí en la esquina, con sus fiestas patrias, pero, antes, con sus recuerdos. Y el “11” esta vez caerá sobre campo minado pos indulto a siete militares, pos bomba del ex ministro de Cultura con sus dichos sobre el Museo de la Memoria, pos anuncio del Museo de la Democracia y pos ¿fracaso en los afanes por remover al nuevo subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, por eventual ocultamiento de información relevante en el caso del asesinado ex mandatario Eduardo Frei?

“Hay que esperar unos días para saber si las cosas mejoran para el Gobierno; si logra controlar la agenda”, comenta el sociólogo y cientista político Patricio Navia, convencido eso sí de que septiembre nunca es fácil porque “las dictaduras polarizan”.

Desde el fin de semana pasado, el afán de La Moneda por tomar las riendas ha sido incansable. La noche del miércoles casi no durmieron -confesó el ministro de Hacienda, Felipe Larraín– con tal de llegar a tiempo a la Comisión de Hacienda con el proyecto de modernización tributaria.

¿Por qué habla de “modernización” no “reforma”?

“Porque reforma supone que vas a corregir rumbo y él no quiere corregir respecto del modelo social de mercado. Él quiere deshacer lo que hizo Bachelet, pero no puede usar retroexcavadora y, además, como la oposición tiene mayoría parlamentaria, sabe que debe ser cuidadoso en cómo lo negocia y vende a la opinión pública”, interpreta Navia.

¿Rendirá el esfuerzo? Como cada lunes, la encuesta Cadem y/o la Criteria darán pistas. No son encuestas nacionales (solo lo es la CEP y la Mori), se cuestiona su representatividad, aunque por su periodicidad dan una pauta de cómo siente la opinión pública. Este año han registrado sistemáticas alzas de popularidad del Presidente, con un techo de 60%. Hasta que un agosto implacable dio el zarpazo: 15 puntos menos. Casi de golpe. Duro golpe. Piñera sigue atento los números, ratifica Cristóbal Bellolio, académico de la Escuela de Gobierno, de la U. Adolfo Ibáñez. Él, al igual que Navia, saben que no es realista pretender un sostenido alto respaldo. Bellolio:

– Generalmente, los momentos tropicales se registran al principio y al final, salvo peaks como el rescate de los mineros, en su primer mandato. O el de Ricardo Lagos, cuando ofreció relaciones “aquí y ahora” a Bolivia. O cuando dijo “no” a Bush, quien le pidió votara a su favor en la ONU para entrar a Irak.

En la normalidad de una democracia, dicen los expertos, lo normal es que un mandatario navegue entre 40% y 50%. Pero acá, Piñera no lo soporta.

“Es que creo que quedó medio picado en su primer periodo porque no fue todo lo bueno que pudo ser. Y ahora viene para que le pongan un 7 que no va a obtener, pero puede terminar entregando el mando a otro de derecha, podría ser Lavín, y así podrá irse a la casa habiendo dicho la última palabra. Es su gran competencia histórica con Bachelet” sostiene Bellolio.

¿Cuánto vale, en verdad, la aprobación que registran las encuestas?

Poco o nada afirma Marta Lagos, avalada por décadas de experiencia como directora de Latinobarómetro y de Mori. Continúa:

– Recién hicimos una encuesta en el norte, en Antofagasta, sobre las instituciones más confiables. En primer lugar, quedaron las universidades; en segundo, el Jumbo, y en tercero, el Mall Plaza. En este contexto, ¿qué valor tiene la aprobación política? Lo que pasa es que la falta de seguridad en sí mismo hace que el Gobierno de relevancia a las encuestas por sobre su desempeño. Además, el “respaldo” ha perdido valor como indicador en todo el mundo. Después de la guerra, en países occidentales existió una relación entre apoyo y Gobierno. Así Mitterrand estuvo 12 años; González, 14, la Thatcher 12… La aprobación indicaba que la persona podía seguir al mando. Eso cambió en los 90. El desencanto con la globalización y la desconfianza en las instituciones fueron una bomba atómica para el peso de la política. Hace mucho también que los gabinetes dejaron de ser lo que eran. El peso político del segundo piso hoy es el de un paquete de cabritas. Dos o tres gobiernos atrás, roncaba. Se acabó el saber hacer política; ahora se hacen comunicaciones.

Según Lagos, a esto se suma la propia inseguridad del Presidente y su déficit emocional. Explica:

– El Presidente viene de una familia de intelectuales que despreció la plata. La necesitas, pero no lo andas mostrando ni acumulando. Y él lo que tiene es algo que sus padres no valoraron. Y lo que valoraron, no lo tiene.

Hablemos en serio

“Piñera prometió ser campeón mundial y resulta que ni siquiera estamos en cuartos de final”, resume Navia, aludiendo a la promesa de tiempos mejores, de más trabajos (se anticipó la creación de 600 mil puestos), mejores sueldos y protección social. Ahora, con un PIB semestral de 5,3% -el mejor en seis años- resulta que la tasa de desempleo subió (lo justifican diciendo que más gente salió a buscar trabajo), que el 70% de los chilenos recibe menos de $550 mil y que, aunque la pobreza nacional medida por ingresos haya bajado 3 puntos desde 2015 (8,6%), hay zonas en que se dobla, como La Araucanía con 17,2%. Detrasito, Ñuble y el Maule.

Entonces, después de larga vuelta ¿estamos más o menos donde mismo?

Hervi, el caricaturista, lo pintó así en su chiste del jueves pasado. Un hombre con barba y ropas raídas le dice a otro: “Yo he superado mi nivel de pobreza. Antes era pobre, ahora soy muy pobre”.

Conocida la Casen, alguien tuiteó: “La encuesta nos muestra algo que no queremos ver. Mientras sigamos haciendo lo mismo, tendremos los mismos resultados”.

Obvio que las cifras no son responsabilidad exclusiva de un gobierno o de otro, aunque la arremetida comunicacional de ahora responsabiliza a Bachelet de todo lo negativo. Lo complicado es que el programa se apoya en mayor crecimiento y mayor inversión como píldora esencial, en un contexto de guerra comercial EE. UU.-China, que toca a la economía mundial, debilita especialmente a las emergentes y a nuestro país por bajas en el precio del cobre, encarecimiento del petróleo e inminente baja de exportaciones, especialmente a China, principal socio comercial.

Agencia UNO

El plan de Piñera no contempla cambios de fondo que toquen el modelo.

Guillermo Holzmann, cientista político y académico:

– Hay un problema de liderazgo efectivo: Piñera puso expectativas y la ciudadanía no percibe que eso se esté cumpliendo. Pero no existe una respuesta del gobierno ni de sus partidos. Él mantiene su discurso. Y hay que recordar que el triunfo en las elecciones no fue ideológico, sino algo relacionado a tener mejores condiciones económicas de vida.

Ahora no basta con pedir paciencia para esperar lo prometido: “Piñera intenta relevar el aumento en la inversión (7,1% en el semestre), pero ésa no es la inversión que nos va a colocar en la senda del desarrollo. Porque nuestra economía es de servicios, consumo y financiera, pero no tenemos industrias. Y no da más. La deuda y la morosidad han subido; los sueldos no, porque en servicios los trabajos son de baja o sin especialización. Y, por otro lado, un gran empleador en Chile es el Estado, ahora con fuertes restricciones de gasto, para intentar volver al equilibrio fiscal -Bachelet gastó más y endeudó al país-, entonces las contrataciones del Estado han disminuido notablemente.

A juicio de Holzmann, existe doble error de diagnóstico en el plan de La Moneda. En lo interno y en lo internacional, sin un adecuado seguimiento del alcance que puede tener acá una guerra comercial.

Hay más:

– En lo interno, por otra parte, hablamos de innovación, productividad, apoyo a las Pymes, cuarta revolución industrial, y todo lo repetimos bien, porque está en la agenda de los organismos internacionales, pero no hacemos industrialización. Es el punto de fondo. Y no

lo hacemos porque para el gobierno es un tema ideológico. Resulta que está demostrado en el mundo que la única forma de industrializar un país es con la acción directa del Estado. Definitivo. Ya sea lo haga en acuerdo con otro país, con empresarios o asumiendo el mismo Estado un rol empresario. Pero estas tres cosas resultan inaceptables para quienes todavía están en el neoliberalismo 1.0, del Consenso de Washington, 1989. O sea: menos Estado, más mercado, los privados invierten para que el país crezca. Lo concreto es que, si un privado quiere invertir en industrialización, necesita asociarse con el Estado o que le den incentivos tributarios, de garantías.

Cuando se habla de industrialización, se habla de patentes. Porque lo que se necesita, por ejemplo, para agregar valor al cobre o al litio es un desafío científico tecnológico que ya fue inventado casi siempre en Europa, EE. UU. o China. Y el traspaso de tecnología que hay que pagar es algo que normalmente se hace de estado a estado. “Alemania, Inglaterra, Francia y Canadá están dispuestos a conversar con el estado chileno para instalarse acá, pero debemos crear las condiciones”. De ahí, asegura Holzmann, salen los empleos calificados donde, como sucede en la minería, un operador de grúa computarizada gana $2 millones o más, porque estudió para eso. Nuestras exportaciones boutique -vino, salmón, frutas- requiere poco profesional y muchos obreros, es decir, salarios básicos.

Retomando su idea inicial, el analista recalca que “hoy, por primera vez, las agendas de NU, de la OCDE, del FMI y otras coinciden: la globalización es insostenible si se mantiene la desigualdad. Para disminuirla se debe generar más participación en el mercado global para eso requieres industriales. En esa pega Chile tiene un atraso de diez años y más”.

Con una piedra en el pecho

El mundo cambió, pero ¿estamos al día? Cuando un país comunista maneja el capitalismo -contra todo lo enseñado por décadas- la conclusión parece evidente: son tiempos de pragmatismo, algo que tiene la derecha de Piñera. No de relato ni épica. “Las cosas se hacen de otra manera y creo que el relato no lo veremos ya en ningún gobierno”.

¿Qué cabe esperar, entonces?

Argumenta Bellolio:

– Quizás uno tiene expectativas un poco pasadas de revoluciones de lo que puede hacer un gobiernito de cuatro años. Sí, puede terminar siendo “moderado de derecha”. La pregunta es ¿y para qué más? Que no sea particularmente transformador no que quitaría el sueño. Gobernar es navegar, sortear tormentas, llegar a puerto. Que no puedas tomar el camino que elegiste… ¡gajes del oficio!

Remata:

La derecha tiene que darse con una piedra en el pecho de haber llegado democráticamente al poder dos veces en ocho años. La generación de Piñera, la patrulla juvenil de los 90, pasará a la historia por ser la más fracasada y, al mismo tiempo, la más exitosa en la historia de Chile. Fracasada porque perdió un plebiscito, cinco presidenciales, seis parlamentarias, seis municipales. Exitosa porque ganó dos veces la presidencial. Eso no lo cuenta otro. Hay que ser realista de lo que uno puede conseguir en política. La derecha ha logrado mucho y puede, eventualmente, en la medida que la izquierda no se rearme al 2021, entregar el mando a otro de su sector.

– Piñera ¿es rehén de la UDI como dice el timonel DC, Fuad Chahín?

– No, gobierna con un mundo cultural que es el de la UDI. Será más abierto de mente en algunas cosas, pero en otras es lo mismo. No creo que realmente piense tan distinto a Chadwick o Larraín.

Del resultado final comenta Lagos:

– A Piñera le puede pasar lo mismo que a Bachelet. En términos formales, ella hizo su programa: reforma tributaria, educacional y laboral. Las más grandes desde la vuelta de la democracia… que no cumplieron las expectativas de la gente: cambiar su lugar en la sociedad. La expectativa era que habría un desmantelamiento de la desigualdad y de la discriminación. Y fue cero impacto. Piñera puede lograr alto crecimiento y, al final de su mandato, las personas estar donde mismo, ganando todos un poco más, pero sin movilidad social. La gente quiere salir de donde está, ubicarse en un nivel superior. Y lo que hoy nos dice la Casen es que estamos donde mismo.

La derecha más allá de Piñera

Después del cambio de gabinete, en los agitados días de arremetida comunicacional, anuncios de proyectos de ley, cifras económicas y encuestas, el presidente Piñera además comió con la directiva de partidos de Chile Vamos, encuentro inmortalizado con fotos del grupo sonriendo. ¿Superadas las discrepancias? ¿silenciados los reclamos? “Que no existan diferencias es no entender de qué se trata la política”, sentencia el sociólogo Navia. Más allá de la afirmación, eso sí, hay paño que cortar.

Evópoli, que en el capítulo del ministro Rojas emitió declaración pública afirmando que “nada, nunca, en cualquier circunstancia o lugar, justifica la violación de los DDHH”, remarcó así su pretensión de plantearse como una derecha moderna, liberal en lo político y en lo valórico. Incluso hizo un planteamiento tributario.

El cientista Bellolio comenta:

– Está tratando de vivir a la altura de su promesa de ser un partido liberal. Se comprometió con la identidad de género; votará por la eutanasia y el matrimonio igualitario. En sus diferencias con RN y la UDI puede verse el nacimiento de una tensión que será constante en los próximos años, más allá de Piñera.

Agrega:

– La pelea más entretenida va a ser Evópoli tratando cada día de engordarse a sí mismo. Y cada vez que desafíe a la vieja derecha -pelea de David contra Golliat- va a salir ganando. Muchos dirán: “Mira, no tiene que ver con Pinochet, son liberales y pro mercado… ¡No me parece tan mal!”. En la medida que Evópoli siga haciendo ese contrapunto con la derecha “cavernaria” de Vargas Llosa, tendrá capacidad de expansión. Piñera debe ir alejándose del pasado, alimentando lo de Evópoli que es su aliado. Le va a causar problemas dentro de la coalición, sí, pero él entiende de finanzas, sabe cuáles acciones van al alza y cuáles a la baja.

Marta Lagos lo ve distinto:

– Estoy con lo que dice Carlos Larraín: la derecha es la que conocemos, ¡para qué estamos con cuentos! No existe otra. Es conservadora, reaccionaria, autoritaria. No me digan que una declaración de Evópoli hace peso. Es solo una pequeña luz, una vela, en una pieza oscura.

– Algunos anticipan escenario nuevo. Por un lado, una derecha renovada y por otro un bloque como Frente Amplio maduro, consolidado.

– Eso no va a pasar en esta generación; quizá para los años 40. A JVR, Belollio y Desbordes le quedan 20 años en política. No van a soltar el poder. Y cuando tienes a un Bernando Larraín Matte joven a la cabeza de los empresarios, que plantea las mismas cosas que decía su padre, ¿cuál es la expectativa de cambio? Cero. Cinco elecciones puede demorar. La izquierda se va a renovar más rápido porque ahí no existen poderes fácticos que en la derecha impiden la creación de algo nuevo.

¿La espada de Damocles?

No lo ha dicho en público y, probablemente, lo desmienta. Pero cercanos lo aseguran: la nueva ministra de Cultura, Consuelo Valdés, no está pensando en tomar la tarea del museo anunciado, el de la democracia, una idea que figuraba en el programa de gobierno, pero que fue lanzado en un mal momento, a ojos de analistas y expertos.

Guillermo Holzmann, cientista político y académico de varias universidades, anticipa que “al final, lo van a cuestionar por todos lados. ¿De qué democracia estamos hablando? Si la propuesta persigue mostrar una transición exitosa, es mirarse el ombligo. Se puede ver desde distintas perspectivas: que Pinochet aceptó las normas que había establecido a comienzos de los 80; que la Concertación supo buscar e instalar lo de la vía democrática para volver a la normalidad, que hubo consenso nacional sobre la necesidad de cambio… Pueden dar varias interpretaciones, pero ¿cuándo haces un museo? Cuando es historia. Entonces, ¿estamos enterrando la democracia? Pienso que el anuncio será la espada de Damocles porque van a tener que dar una cantidad de explicaciones para intentar explicar lo que hay detrás. Y significará una distracción completa de la agenda de gobierno.

“Está bien, bonito lo del museo, pero no sé si es el mejor lugar donde poner los recursos ahora. El de la Memoria es súper caro y lo visita poca gente. Crear más donde va poca gente no sé si es la mejor forma de ir avanzando”, comenta Patricio Navia, cientista político, sociólogo y profesor, convencido eso sí de que no fue anunciado por presión de la derecha más dura. Así argumenta:

– El Presidente cree que los chilenos no valoran lo suficiente lo que fue la transición a la democracia y la política de los acuerdos de comienzos de los 90, de la que fue parte como senador por Santiago. Lo del museo es una reivindicación de su contribución. Un museo para “su” derecha, para demostrar que hicieron las cosas bien. 

Cristóbal Bellolio, doctor en filosofía política, académico de la Escuela de Gobierno de la UAI, cree que el anuncio de Piñera fue una “pésima idea. En primer lugar, porque cada vez que hablamos del pasado y nos ponemos en clave 73, la derecha va derecho a perder. Lo mismo cuando volvemos al 88, clave 88 plebiscito… No sé qué tendrán en mente… quizás celebrar a los actores de la transición y buscar una especie de capilla. Pero es obvio que hoy tiene por objeto el empate, esa es la lectura.

– Tal como dijo Ricardo Lagos… La ministra Valdés, según información no oficial, no tiene en mente encargarse de esto. Algunos piensan que será tarea del “segundo piso”.

– Si van a armar el museo, que no lo hagan los que tienen tantas velas en este entierro. ¡Que sea tarea para la generación que viene! Quienes nacieron en democracia.

Marta Lagos, socióloga, directora de Latinobarómetro y Mori-Chile, ve lo del museo como manifestación de una realidad: “Este gobierno no es del de Piñera sino el de Chile Vamos”, donde la derecha de siempre va instalando sus temas”.

Añade:

– El discurso de Piñera por lo del ex ministro Mauricio Rojas no tuvo el tono del de los cómplices pasivos. Ahora dijo lo que piensa, pero agregó “peros” en varios momentos. Relativizó el asunto. Para mí fue la comprobación de que CHV tiene las riendas. Jacqueline van Ryselberghe (presidenta UDI) y Mario Desbordes (timonel RN) dijeron “pongamos contexto”. Y Piñera terminó anunciando el museo de la democracia.

La idea -incluida en el programa de gobierno- se analizó a comienzos de año y, de acuerdo a versiones, hubo dudas sobre si llamarlo Museo de la democracia o Museo de la transición. Rojas entonces optó por el segundo.

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