Política

Trump se reúne con el G7 y con Kim Jong-un: un niño jugando a ser potencia

De una tensa Cumbre del G7 entre aliados a un amistoso encuentro con el dictador norcoreano, Trump ha logrado aislar hasta a sus socios más cercanos buscando acuerdos con quienes han sido percibidos por décadas como enemigos.

Por: Diario Concepción 17 de Junio 2018
Fotografía: Contexto

Constanza Fernández Danceanu
Abogada y Analista Internacional

Estas últimas semanas el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nos ha dado mucho de qué hablar, incluso más que de costumbre. La extraordinaria fotografía de Jesco Denzel, un fotógrafo del gobierno germano, en que la Canciller alemana Angela Merkel junto al Presidente francés, Emmanuel Macron, y la Primera Ministra británica, Theresa May, parecen estar confrontando a Trump, quien se ve estoico, como si las opiniones de los demás líderes –quienes, se supone, son sus aliados más cercanos- no importaran. La expresión de decepción del Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, lo dice todo. El G7 ya no tiene el poder que solía tener. Ni siquiera logró un acuerdo al final de la reunión, de la que Trump se retiró temprano.

El antiguo G8, que incluía a la Federación Rusa (la que fue temporalmente suspendida debido a la anexión de Crimea) representaba al grupo de países con las economías más desarrolladas del mundo y solía ser el foro donde se unificaban posiciones y se tomaban decisiones sobre grandes temáticas de política y economía global.

En esta Cumbre Trump insistió en que Rusia debería ser readmitido, generando la impresión de que una nueva subdivisión es necesaria –un G6 con Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y Japón, y un G2 con Estados Unidos y la Federación Rusa. Esta perspectiva no sorprende. Trump cree tanto en su relación con Putin que llegó a sugerir que Rusia devolvería Crimea y abandonaría sus intereses en Ucrania y Siria si él se lo pidiera a Putin “amablemente”. En un canal estatal de la televisión rusa entrevistaron a diversos políticos y mostraron como todos se reían a carcajadas.

En cambio, señaló que Canadá es una amenaza a la seguridad nacional de EE.UU., por lo que impuso tarifas a la importación de acero y aluminio proveniente del vecino país. Las reacciones –y los memes– no se hicieron esperar. Incluso prestigiosos periódicos estadounidenses cuestionaron cómo alguien podría ver a Canadá como un enemigo. El Primer Ministro Justin Trudeau calificó los dichos de Trump como “insultantes y absurdos”, y en su país hubo consenso en defenderse contra el “bullying” de Trump.

La nueva diplomacia estadounidense

Vivimos hoy en un mundo en el que, paradójicamente, para Estados Unidos Canadá es una amenaza, pero Corea del Norte es un amigo.

El pasado 12 de junio Trump y el Líder Supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un se reunieron por primera vez en una histórica Cumbre en Singapur. En su intento por mostrarse como un negociador innato –tanto que prefiere abandonar la diplomacia clásica para imponer su propio estilo– Trump señaló que convenció a Kim de abandonar el programa nuclear que su país ha construido durante décadas, logrando “un compromiso firme e inquebrantable de completar la desnuclearización de la península coreana”. Parecería que ambos líderes trazaron las líneas de un futuro no nuclear.

Pero no vayamos tan rápido. La declaración de la Cumbre solo señala “el compromiso a contribuir a la paz y prosperidad de la península coreana”. La elección de las palabras es muy relevante, ya que lo tenue del texto permite a ambos gobernantes interpretarlo de la manera que quieran. De hecho, en una conferencia de prensa del Secretario de Estado, Mike Pompeo, se le preguntó sobre los métodos de verificación de la desnuclearización y si esta será permanente en el tiempo. Pompeo respondió que “completar” incluye “verificable e irreversible”. Y calificó la pregunta “¿cómo será verificado?” de “insultante, ridícula y simplemente irrisoria”. Porque hacer preguntas básicas sobre un acuerdo que podría cambiar la historia al parecer es algo que en una democracia no debería suceder. Trump espera que la prensa y la sociedad en general alabe sus logros, pero sin chequear si efectivamente se logró algo. Si el Presidente de Estados Unidos anuncia por Twitter que Corea del Norte accedió a terminar con su programa nuclear, esto debe ser así. ¡Sí que estamos en la era de las fake news y la posverdad!

Lo que dejó Singapur

Lo que indudablemente sí sucedió es que el encuentro dio a Kim una legitimación mayor de la que podría haber soñado tener. Trump señaló que “es un hombre talentoso que ama mucho a su país, es un honor conocerlo”. Kim apareció en una foto dándole la mano al líder de la primera potencia mundial, flanqueado por banderas de ambos Estados, en un contexto de igualdad. Y pudo pasear libremente por Singapur, sin perjuicio de que se le ha acusado de crí- menes de lesa humanidad. En palabras del Senador estadounidense Chuck Schumer “el Presidente Trump le ha dado a una dictadura brutal y represiva la legitimidad internacional que hace mucho anhelaba”.

Los derechos humanos no estuvieron en la agenda, ni siquiera fueron tema de conversación. Solo en la rueda de prensa posterior al encuentro Trump señaló que los que se encuentran encarcelados por el régimen norcoreano “serán uno de los grandes ganadores” con este acuerdo, pero – por supuesto– no explica cómo ni por qué.

La legitimación internacional de Kim también lo ayuda en el frente interno. El principal periódico de Corea del Norte mostró fotografías del “respetado Líder” paseando por Singapur y siendo ovacionado por una pequeña multitud. El mensaje es que no solo es importante en su país, es un político relevante en el mundo que puede pararse de igual a igual con EE.UU. Por ello, nadie pude dudar que es él quien debe continuar guiando al país. Además, lo que se informa es que la Cumbre se centró en la paz en la península y en el fin del programa de maniobras militares que operaba EE.UU. junto a Corea del Sur, con casi nula mención a la desnuclearización. Otro gran acierto de Kim, mostrar cómo consiguió que Trump cediera sin hacer él concesión alguna. Los norcoreanos deben estar convencidos que su líder es el hombre más capaz del mundo.

Así este encuentro se convirtió en un curso rápido para cualquier país no democrático buscando ser legitimado. Si desarrollas armas nucleares, incluso si significa gastar lo que no tienes en ello, conseguirás que el Presidente de la primera potencia mundial se sienta amenazado y pase por alto tus crímenes.

Al finalizar la reunión ambos líderes extienden y aceptan invitaciones para visitar Pyongyang y Washington, respectivamente. Para estos encuentros aún no hay fecha. Probablemente ambos quieren evaluar el éxito que les trajo esta primera Cumbre y qué podrían ganar visitando al otro. Después de todo, ambos piensan en que la política es un ‘juego de suma cero’, un término que explica cómo la ganancia de una parte debe siempre significar la pérdida de la otra, es decir, no puede haber cooperación real para que ambos ganen. Necesariamente uno tiene que perder. ¿Quién será el que gane la guerra? Esta primera batalla la ganó Kim, sin duda alguna.

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