Alejandro Mihovilovich G.
Investigador Histórico
La historia intelectual y universitaria de Chile durante el siglo XX no puede comprenderse plenamente sin la figura de David Stitchkin Branover. Nacido en Santiago el 25 de octubre de 1912, fue hijo de inmigrantes rusos provenientes de la región de Besarabia, quienes llegaron al país buscando mejores horizontes. Desde temprana edad, Stitchkin enfrentó dificultades familiares —entre ellas, la temprana muerte de su padre—, lo que fortaleció su carácter y su vocación de esfuerzo. Su vida representa la conjunción entre el pensamiento humanista y el compromiso con la educación pública, valores que marcaron toda su trayectoria.
Formado en la Universidad de Chile, donde obtuvo el título de abogado en 1937, Stitchkin destacó por su excelencia académica y fue premiado como el mejor egresado de su promoción. Su inclinación por el Derecho Civil y su visión profunda sobre la justicia y la convivencia social lo llevaron a desarrollar una destacada carrera docente. A los 27 años ya era profesor titular de Derecho Civil, y más tarde se trasladó a la Universidad de Concepción, donde desplegó una labor que trascendería la enseñanza para convertirse en un verdadero proyecto cultural y regional.
En la Universidad de Concepción, Stitchkin no solo formó generaciones de juristas, sino que también fue un promotor del pensamiento crítico, de la autonomía universitaria y del desarrollo cultural. Su obra académica se complementó con una notable trayectoria institucional, que alcanzó su punto más alto cuando fue elegido Rector de dicha casa de estudios entre 1956 y 1962, y nuevamente en 1968. Bajo su rectorado, la universidad se consolidó como un faro de modernización en el sur de Chile: se fortalecieron las Escuelas de Verano, la orquesta sinfónica, el teatro universitario y la radio UdeC, manifestaciones que expresaban una concepción integral de la educación, entendida como formación intelectual y también espiritual.
Stitchkin concebía la universidad como una comunidad viva, abierta al diálogo entre las ciencias, las artes y la ciudadanía. Su humanismo lo llevó a defender una visión del saber al servicio del desarrollo regional y del país. Fue un intelectual comprometido con la cultura, pero también un hombre de ideas moderadas, racionales y profundamente éticas. Aun cuando se identificó con el pensamiento radical, su acción política se dio desde la reflexión, el civismo y el respeto por la diversidad de ideas.
En su vida profesional también ejerció cargos relevantes en la administración pública y en el ámbito jurídico, siendo abogado de la Contraloría General de la República, fiscal de la Caja de la Habitación y miembro del Colegio de Abogados de Chile. Su versatilidad como jurista y su integridad moral lo convirtieron en una figura respetada tanto en el foro como en el mundo académico. En reconocimiento a su trayectoria, la Universidad de Concepción le otorgó en 1980 el título de Doctor Honoris Causa, distinción que simboliza la gratitud institucional hacia quien dedicó su vida a la educación y la cultura.
David Stitchkin Branover falleció en Santiago el 12 de julio de 1997, dejando un legado imborrable en la historia universitaria chilena. Su nombre evoca no solo al profesor y al rector ejemplar, sino al intelectual humanista que entendió la educación como la fuerza transformadora más poderosa de una sociedad. En tiempos en que la formación superior se enfrenta a desafíos de mercantilización y pérdida de sentido, su figura invita a reflexionar sobre el papel ético, social y cultural de las universidades en la construcción del país.