Claudia Toledo Alarcón
Seremi de Vivienda y Urbanismo del Biobío
La comuna de Lota ha librado una lucha persistente por preservar su historia y su identidad minera, un sello inconfundible que se respira en cada rincón de la comuna. El orgullo de haber sido minero se transmite de generación en generación y se expresa en organizaciones fuertes que defienden su legado y perseveran en el sueño de ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad.
Esa forma de habitar minera, colectiva, austera y profundamente identitaria, constituye un desafío para la política habitacional contemporánea. En la región del Biobío decidimos asumirlo con un proyecto orientado a reconstruir los pabellones obreros más antiguos de Lota, los “55 y 56”, parte de la zona típica de Lota Alto y con una data estimada de 1880. Aunque se mantenían en pie, su alto deterioro, agravado por el terremoto de 2010, los había dejado en condición de inhabitabilidad. Las 27 familias que conformaban estos pabellones recibieron subsidios de reconstrucción en 2013, pero la naturaleza patrimonial de las viviendas hacía inviable su recuperación con los montos habituales.
Se exploraron diversas alternativas, incluso la demolición. Sin embargo, en el marco del Plan de Emergencia Habitacional, y conscientes de la necesidad de respetar la historia y la forma de habitar de las familias lotinas, se optó por una solución que implicó un esfuerzo adicional desde nuestro gobierno. Ese esfuerzo económico y voluntad política, traducido en hechos concretos, permitió finalmente iniciar las obras de reconstrucción, bajo la convicción de que construir con identidad también es construir comunidad, y que cada vivienda debe dialogar con la historia y el carácter del territorio donde se levanta. El proceso implicó obtener las aprobaciones del Consejo de Monumentos Nacionales, la Dirección de Obras Municipales y nuestros organismos ministeriales, conjugando el rescate patrimonial con las exigencias actuales en materia eléctrica, sanitaria y de acondicionamiento térmico.
A pesar del paso del tiempo, la obra gruesa original se conservaba sorprendentemente intacta. La recuperación respetó la arquitectura original: fachadas fieles al diseño obrero, madera de roble reutilizada en marcos y revestimientos, piedra tosca de mina en los accesos, cocinas a carbón restauradas y protecciones de madera con tipología tradicional, que hoy conviven con elementos modernos como ventanas termopanel y nuevas instalaciones eléctricas y sanitarias.
Hoy, solo falta que las 27 familias vuelvan a su hogar y reencuentren en él su historia. Este proyecto no solo reconstruye viviendas: restituye dignidad, memoria y pertenencia. Desde el Ministerio de Vivienda y Urbanismo en la región del Biobío, con un Plan de Emergencia Habitacional cumplido y una política que aprende de la historia, entendemos que la vivienda también puede ser un acto de justicia patrimonial. Construir con identidad genera respeto y arraigo, y permite fortalecer el vínculo de las comunidades con su historia para proyectar futuro.
El MINVU no solo entrega viviendas: contribuye a la construcción de comunidad.