Si no abordamos con seriedad la falta de confianza, la efectividad y la integridad de las instituciones, el “lejano oeste” no se ve tan lejano.
Sindy Salazar Pincheira
Abogada Colectiva Justicia en Derechos Humanos.
Imaginémonos una sociedad donde cada quien decide lo que es justo por sí mismo y sanciona los hechos que considera incorrectos de la manera que le parece mejor. Mi mente rápidamente llega al viejo oeste y gente solucionando sus problemas a duelo. Este escenario, siendo claramente una caricatura, se trae al ruedo para hacernos pensar en las consecuencias de un discurso que se repite ante el álgido tema de la seguridad en el país, el que combinado con el descrédito y desafección que existe respecto de los procesos judiciales, se convierte en una mezcla desafortunada que nos trae de vuelta a la arcaica pero cada vez más comentada justicia por mano propia.
Según el INDH (2022), casi el 65% de las personas piensa que en Chile no se asegura un proceso judicial justo y sin discriminación. Y no es cuestión azarosa, sino preocupante, que cuando se le pregunta a un ex presidente de la Corte Suprema si hay una justicia para pobres y otra para ricos, su respuesta honesta y sin titubeos sea que “la evidencia parece confirmar esa percepción”. Hace unas semanas hasta el Fiscal Nacional se tuvo que pronunciar respecto de la pena de muerte, en boca de autoridades de un país que la abolió hace más de 20 años. Vale la pena recordar la justicia por mano propia, más allá de sus análisis, es un claro retroceso para cualquier sociedad que aspire a la justicia y la equidad.
Ayer conocimos la noticia que en Puente Alto un conductor había matado por error a una persona pensando que era su asaltante, y recordé los hechos de febrero de 2021 en Estación Central, cuando en un intento de linchamiento un adolescente de 15 años quedó grave tras intentar robar un automóvil. Si no abordamos con seriedad la falta de confianza, la efectividad y la integridad de las instituciones, el “lejano oeste” no se ve tan lejano.