FABIÁN VEGA GONZÁLEZ
Junta de Vecinos del Valle Nonguén, Concepción
En los últimos días, hemos sido testigos del lamentable cercenamiento de múltiples árboles en el corazón de nuestra querida ciudad de Concepción. Empresas de electricidad han talado alrededor de siete árboles en una de las avenidas más transitadas: la calle O’Higgins. Estos árboles, verdaderos guardianes de la naturaleza en nuestra urbe, nos brindaban sombra, frescura y un refugio frente a las crecientes temperaturas asociadas al cambio climático.
Para quienes frecuentamos el centro, la presencia de estos árboles era reconfortante, especialmente en medio de un entorno urbano cada vez más dominado por cemento y asfalto. Su ausencia no solo es evidente, sino que también representa una pérdida tangible en la calidad de vida de quienes habitamos esta ciudad, tan íntimamente ligada a sus frondosos bosques y cerros que nos regalan frescura y vitalidad.
Resulta difícil comprender la lógica detrás de estas acciones. ¿Acaso las empresas encargadas cuentan con expertos o expertas en la materia que respalden sus decisiones? ¿Se sigue algún protocolo o criterio técnico al realizar estas podas?
Pareciera que la respuesta queda a discreción, más que a normas o directrices claras respaldadas por la expertise en el campo.
Es importante tener un plan de manejo y trabajo frente a estas acciones, que si bien son necesarias para la correcta relación entre naturaleza y ciudad, deben cumplir con estándares medioambientales para salvaguardar a estos verdaderos guardianes naturales, y ahí es donde debemos participar la comunidad completa, vecinos y vecinas, las autoridades y el mundo privado.
La construcción de una ciudad más amigable con nuestro entorno es tarea de todos y todas, no debiendo restarse ningún eje en esta crítica balanza de progreso con respecto a la naturaleza, y donde al parecer, se prefiere pagar la multa en vez de realizar un correcto trabajo.