Paula Cortés
Integrante del Centro de Estudios Europeos UdeC
“El derecho internacional no sirve para nada”, es la frase que más nos toca a escuchar a quienes nos especializamos en esta disciplina cada vez que vemos el mundo arder. Cuando por televisión nos llegan imágenes de guerras, olas de migrantes buscando refugio, siendo devueltos a su lugar de origen o -peor aún- naufragando a su suerte a sólo kilómetros de lograr pisar lo que ellos consideran “la tierra prometida”, es imposible no cuestionarnos entonces para qué sirve el derecho internacional.
Estas últimas semanas no han sido la excepción y hemos visto las imágenes de los ataques terroristas de Hamas en contra de población civil en Israel y la posterior desproporcionada respuesta militar del Estado israelí en contra de la Franja de Gaza. Ante esto, ¿cómo podemos seguir creyendo en la utilidad del derecho internacional?
Podemos analizar esta situación desde la perspectiva del vaso medio lleno o medio vacío. Al igual que el derecho doméstico, el derecho internacional no es perfecto y violaciones a sus normas ocurren a diario, muchas de ellas quedando sin sanción. Pero -siguiendo con nuestro mismo ejemplo- ¿está el derecho internacional de brazos cruzados? Por supuesto que no. Los distintos canales diplomáticos, políticos y jurídicos están más activos que nunca. Vemos al Secretario General de Naciones Unidas, en terreno desde la frontera con Egipto, en conversación con los distintos actores del conflicto. Se negocian corredores humanitarios para llevar a Gaza ayuda vital. Se han sostenido varias reuniones en el seno del Consejo de Seguridad intentando establecer medidas ante la crisis, aunque aún sin una resolución de condena clara por el veto de Estados Unidos. Probablemente, llegará el momento que la presión internacional sea tal, que éste al menos tenga que abstenerse, tal como lo hizo en la resolución 2334 del año 2016 en que se condenaba expresamente a Israel por la construcción de asentamientos en territorios palestinos ocupados.
Será mejor preguntarse entonces ¿qué pasaría si el derecho internacional no existiera? Posiblemente, lo mismo que pasaría ni no tuviéramos reglas nacionales. El mundo sería aún más caótico y viviríamos a merced del que tuviera más poder. Que Gaza y toda su población no hayan sido borradas del mapa aún, se debe precisamente, al derecho internacional y su institucionalidad vigente.