Opinión

Los ojos sobre las forestales

Por: Diario Concepción 12 de Febrero 2023
Fotografía: Maria Candelaria Acevedo

María Candelaria Acevedo
Diputada del Distrito 20.

Muertes, hogares y sueños destruidos en minutos son parte de las escenas que hemos visto en las últimas semanas en diversas regiones del país, pero especialmente en Santa Juana, una comuna que también es el ejemplo claro del daño que el negocio forestal causa en nuestro país.

Afirmo lo anterior ya que en los años 70’ se registraban un promedio de 900 incendios forestales al año, y hoy esa cifra casi llega a los 6 mil según los datos de Conaf.

La curva ascendente se da justamente el año 1974 cuando se proclama el Decreto 701 cuyo objetivo era impulsar el desarrollo forestal de Chile; para este efecto se establecen incentivos a la actividad forestal.

De ahí en más, hemos sido testigos de la plantación de monocultivos en la zona centro-sur del país. Mismo sector que hoy se ve azotado por grandes incendios forestales, los que año a año van en aumento. Si duda de esto, le cuento que entre 2017 y 2021 en la Región del Biobío, una zona forestal por excelencia, los incendios contabilizados llegaron a los 11.885, siendo la región más afectada por este tipo de emergencias. En esta temporada de incendios, la cifra va en 1.383, con más de 191 mil hectáreas afectadas.

A la luz de esos datos me pregunto: ¿Es una coincidencia que sea la Región del Biobío la que lidera la ocurrencia de incendios forestales? Mi respuesta ante esto claramente será negativa, y me llama a mirar el rol de las forestales y su responsabilidad en estas catástrofes. Sin duda debe ser revisado el actuar de estas grandes empresas, más allá de que saquen algo de sus ganancias para ir en ayuda de los ciudadanos y ciudadanas que han perdido sus hogares en estas últimas semanas.

Eso no es suficiente, ni compensa el grave daño que este negocio le ha hecho a la flora y fauna nativa, fomentando además la escases hídrica en la Región.

Por lo mismo, planteo la necesidad de avanzar en una normativa que termine con la plantación indiscriminada de pinos y eucaliptos, además de aumentar la franja que separa las plantaciones de los sectores poblados en al menos 300 metros, esto como punto de partida para que quienes conviven con monocultivos puedan dormir y vivir tranquilos en los lugares que han elegido como hogar, un hogar que no sea amenazado año a año por el fuego.

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