Opinión

Argentina, 1985

Por: Diario Concepción 27 de Enero 2023
Fotografía: Cedida

Rodrigo Castillo Jofré
Abogado-Colectiva Justicia en Derechos Humanos

“Algo puede salir mal. Alguien se descuida, y aparece un espacio mínimo, una rendija. Se abre y se cierra rápido. En ese momento tienes que estar ahí, y entonces se pueden lograr cosas”. El consejo, con tintes de arenga histórica, va dirigido al personaje del fiscal Julio Strassera en el guion de Argentina, 1985. El filme, hace pocos días nominado en la categoría Mejor Película Internacional de los Premios Óscar, sigue una larga tradición del cine latinoamericano que se hace cargo de nuestra historia social y política reciente, en una materia especialmente sensible y relevante como la lucha por los Derechos Humanos.

“La Historia Oficial”, película ganadora del primer Óscar de una película latinoamericana en 1985, abordaba el secuestro y adopciones irregulares de niños hijos de desaparecidos por parte de la Dictadura argentina. Por su parte, la prisión, el exilio y la separación familiar eran parte del argumento de “Historia de un oso”, de realizadores chilenos que se alzaron con el premio a Mejor Cortometraje Animado en 2015.

La presencia en el certamen de Argentina, 1985, y el recuerdo que esta hace de la historia de los juicios a las juntas militares en el vecino país, vienen a reforzar este importante nexo entre la reivindicación de los Derechos Humanos y el séptimo arte, como ejercicio de memoria y de reflexión sobre nuestros países, en momentos cruciales en que se abren debates respecto de nuestra convivencia común, pero también surgen, velada o abiertamente, discursos y acciones que amenazan a la democracia y la vigencia de estos derechos.

La realidad contemporánea de la región, en que turbas irrumpen en las sedes de poderes del Estado para atentar contra un gobierno democráticamente electo, en que se acribilla a civiles desarmados en el contexto de protestas ciudadanas, o en que regímenes autocráticos corroen la institucionalidad para perpetuarse en el poder, son el triste recordatorio que aquello que vemos en la pantalla, no es sólo un recuerdo de un pasado que se intenta dejar atrás. Es también el reflejo de un presente desafiante en el cual el fortalecimiento de las vías democráticas y del respeto por los Derechos Humanos, como una condición necesaria para el desarrollo, estabilidad y bienestar de nuestros países.

También aquí enfrentamos, por estos días, nuestros propios desafíos en la consolidación de dicha convivencia democrática. Debates sobre la implementación de leyes sociales, de políticas públicas inclusivas y un proceso constituyente que retoma su camino en un nuevo intento, son parte de esta rendija que vuelve a abrirse, como pocas veces ocurre. Qué historia quedará para contarse a las futuras generaciones, es una responsabilidad de la cual hacernos cargo.

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