Dr. Claudio Toro Aedo
Director Ejecutivo
Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (Cipa)

En el Día Internacional del Reciclaje se suele pensar cómo aportar a esta gran causa: incrementar puntos limpios, mejorar la conciencia ambiental y avanzar en políticas públicas, entre muchas otras iniciativas. De igual forma, analizamos cuánto estoy consumiendo y, por ende, generando.

Ciertamente, la mejora en la calidad de vida y el mayor acceso a bienes y servicios trae consigo el incremento de la tasa de residuos que sumamos. También pensamos en qué hará el otro: aquellas grandes empresas cuyas medidas impactan en mayor escala y nos hacen sentir que el problema se va solucionando, o bien quienes desde sus esfuerzos individuales son capaces de producir importantes cambios y -a la vez- esperanza.

Por otra parte, la generación y tratamiento de residuos debe analizarse en su mérito. No basta reciclar el plástico si usamos excesivamente el auto, compramos en exceso, importamos desde China hasta los artículos más prescindibles, descartamos continuamente alimentos o si nuestras cuentas básicas indican sobreconsumo de energía y servicios sanitarios. Al final del día, todo ello impacta en la salud pública, la cadena alimenticia, los recursos agua y suelo -esenciales para la vida-, el calentamiento global, el cambio climático, y muchos otros. En este sentido, tiene que existir un propósito en equilibrio con la vida saludable y digna que nos permita desenvolvernos de acuerdo a los límites que nos pone la naturaleza, donde el ser humano ha de estar en el centro y las acciones individuales deben ser parte del objetivo.

Para abordar mejor el desafío, tomar conciencia que el reciclaje trasciende a los plásticos y que tiene que ver con los recursos, es un gran paso. Existe una amplia gama de recursos que se aprovechan parcialmente, dejando un gran volumen de residuos que es necesario utilizar de forma circular, manteniendo su valor en el tiempo y alargando su vida útil o bien transformarlos en nuevos productos, lo que aplica a nivel domiciliario e industrial. Muchas veces, los aspectos técnicos para transitar hacia una actividad más sustentable están resueltos, pero hace falta incentivarlos, donde el rol del Estado es clave.

Ciertamente, se avanza cada vez más desde el mundo público y empresarial. En Chile, iniciativas desde el punto de vista legislativo, como la Ley de Responsabilidad Extendida al Productor (REP), los plásticos de un solo uso, no más bolsas plásticas y la Ley de Eficiencia Energética, son algunas de las más recientes. Destaca también, en el ámbito público-privado, que Chile es el primer país de Latinoamérica en sumarse a la Red Global de Pacto por los Plásticos y la tercera nación en el mundo, luego de Inglaterra y Francia.

Si bien todos estos esfuerzos son relevantes, necesitamos apurar mucho más el paso y ello depende en gran medida de cada uno. Como sociedad, tenemos la oportunidad de escoger y dirigir nuestras acciones cotidianas y mostrar el camino a las nuevas generaciones.