Opinión

De cosificación y empatía

Es tanta la oferta que el espectador, silencioso e indiferente, pierde toda capacidad para procesar adecuadamente esta información.

Por: Diario Concepción 28 de Abril 2021

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho

En “la sociedad paliativa”, el filósofo coreano Byung-Chul Han, reflexiona sobre los medios digitales en el contexto de un desborde consumista, que nos hace acceder a la violencia sin tamiz que sirve de analgésico, insensibilizándonos respecto del dolor ajeno. Es la pornografía del sufrimiento en las redes sociales y en los medios de masas, que desesperadamente luchan por subsistir, tratando de asemejarse a las primeras para conquistar a la audiencia, con la exhibición del padecimiento humano, cada vez con menos filtros editoriales, transformándola en una suculenta mercancía para el público. Es tanta la oferta que el espectador, silencioso e indiferente, pierde toda capacidad para procesar adecuadamente esta información, sucumbiendo ante el titular que enmarca una interpretación muchas veces dirigida para plantar estereotipos y prejuicios, conclusiones erradas ante una verdad incompleta, fragmentada o incluso falsa, en el destinatario. Se lleva al extremo el voyerismo, haciendo que la agresión hacia el otro ser tome todos los espacios, incluso aquellos supuestamente destinados al diálogo. La institucionalidad democrática se hunde en el pantano de la superficialidad, del acometimiento y la provocación al otro, del miedo al que dirán los “expertos” y “mesías” que proliferan en la web y que con seudónimos u otras técnicas sólo atacan sin proponer absolutamente nada. La empatía desaparece por la evanescencia del prójimo que es cosificado para hacerlo parte de la tramoya del espectáculo que nos hacen consumir. “El otro es cosificado y reducido a objeto. El otro como objeto no duele”, dice el filósofo.

En el contexto de una pandemia, esta situación se radicaliza. Con el distanciamiento físico, los seres humanos mueren completamente solos y sin afecto en la unidades de cuidados intensivos. El acercarse a estas personas que sufren y respecto de las cuales se sabe por contagios y curvas, por estadísticas y números, constituye un peligro. Mientras estén lejos y sólo consten en imágenes, provocan angustia por el propio devenir. Ese dolor y necesidad del otro, se usa como forma de entretención. Más aún, el calvario sanitario, social y económico es instrumentalizado por nuestros gobernantes quienes miran hacia sus mezquinos e inmediatos espurios intereses políticos y sus proyecciones para anquilosarse o hacerse del poder, en lugar de generar los espacios del diálogo necesarios. Endurecer las posiciones y tensar las palabras hasta hacerlas venenosas sólo constituye una manifestación de esta cosificación e insensibilidad respecto del padecimiento del prójimo.

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