Opinión

¿Hacia una refundación?

Nada está escrito, habrán riesgos e incertidumbres, pero vale la pena enfrentarlos y luchar por nuestras convicciones.

Por: Diario Concepción 28 de Octubre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

Los resultados del plebiscito, además de ser históricos, constituyen un enorme desafío de lo que se viene en adelante. Esto es parte de un proceso social mucho más complejo que el desarrollo de un acto electoral. Habrán derroteros y resistencias a los cambios. Habrán avances, pero también retrocesos. Es sólo la continuación de un duro camino, en el que podrán darse desilusiones y caídas. Deberemos ponernos de pie no sólo una vez, sino que varias. Se cometerán errores. Habrá que asumirlos, porque de ellos aprenderemos. Las expectativas tendrán que mesurarse por cuanto este es un paso, dentro de muchos otros que deben desarrollarse antes que tengamos la nueva carta fundamental. No podemos paralizarnos. Este proceso dentro de la institucionalidad es una consecuencia de las y los ciudadanos que se movilizaron, optando por una vía pacífica para forzar el perfeccionamiento del modelo.

El arrollador “apruebo” no es homogéneo. Es una mayoría que exige transformaciones, contra una minoría que ha perdido el poder, sólo por ahora, para vetar. Esta mayoría es una diversidad de varios colores que no puede ser reclamada por nadie. Pensar que se trata de un bloque del que se puede disponer constituye una profunda equivocación. La irrupción de las nuevas generaciones ha quebrado con los marcos tradicionales de análisis político. Los referentes del poder ya no se encuentran en los mismos lugares. Aquí ya no se trata de competir, se trata de colaborar. No se trata de excluir, sino que de convocar. Todos debemos ser parte de esto. Es una responsabilidad cívica.

Nada está escrito, habrán riesgos e incertidumbres, pero vale la pena enfrentarlos y luchar por nuestras convicciones. Sino fuese por los sueños y las utopías, para intentar ir corriendo los límites de lo que nos dicen es lo posible, jamás hubiésemos abolido la esclavitud, reconocido el voto femenino, forzado una salida democrática a una dictadura cívico-militar, entre muchos otros profundos cambios. Es la oportunidad para que los partidos políticos asuman con sensatez el desafío y no contribuyan a la deslegitimación de este movimiento ciudadano, pretendiendo cooptar un acontecimiento que no es sólo suyo. Superando la lógica de ganarle al que está a un lado, simplemente por defender una bandera diferente. Además del tiempo necesario para redactar una constitución, resta un plebiscito de salida cuyo resultado no está asegurado. Si lo que se pretende es una refundación, para que se proyecte por mucho tiempo y nos permita una óptima estabilidad política, se requiere abrir las puertas y derribar los muros que nos puedan distanciar.

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