No hay que perder de vista el papel fundamental del arte y la cultura en la cohesión social de las comunidades.
Pablo Gaete Villegas
Magíster en Arte y Patrimonio UdeC
Director de Balmaceda Arte Joven-Biobío
Hace más de dos meses, escribí una columna describiendo un crudo diagnóstico del crítico presente del sector cultural en Chile y en particular la dramática situación de numerosos artistas que se quedaron sin sustento económico al suspender sus actividades laborales y el desarrollo de sus proyectos por efecto de la pandemia . Sin embargo, esto parece no haber cambiado mucho. Por el contrario, en muchos aspectos para el sector la crisis se ha agravado.
Lo que parece increíble es que muchos artistas y gestores culturales se están reinventando, y a pesar de las dificultades siguen generando contenidos y proyectos. Esto demuestra que la creación, muy de la mano de la imaginación, no se puede detener. Teatro y danza online para ver en casa, festivales, operas y conciertos en video o vía streaming; seminarios, foros y conversatorios de los más diversos temas están disponibles en internet por medio de distintas plataformas. En las diversas pantallas está apareciendo una intensa oferta, pero este formato no podrá jamás reemplazar la experiencia vital de un encuentro presencial.
Por ello es que resulta prematuro el entusiasmo de algunos por este uso intensivo de la virtualidad y las plataformas como reemplazo de las expresiones artísticas. No cabe duda que es una herramienta que sirve y se debe usar, y han sido de gran ayuda en la emergencia. Tampoco se trata de ser un retrógrado que no acepta el avance tecnológico, por el contrario, una de las expresiones más innovadoras y apreciadas es este cruce entre el arte y las nuevas tecnologías como el arte lumínico, el video arte, el arte sonoro, la fotografía y el diseño digital, entre otras. Aquí lo importante es no perder de vista el papel fundamental del arte y la cultura en la cohesión social de las comunidades.
Es complejo imaginar aun cómo saldremos de la crisis y proyectar cómo serán las nuevas expresiones artísticas y las formas que adquirirá la cultura post pandemia. De lo que estamos seguros es que el Estado cobrará mayor relevancia para garantizar la protección de los ciudadanos y que lo público será el ámbito que debiera predominar para perfeccionar las instituciones democráticas.
Y en este nuevo contexto tenemos esperanza que las autoridades tengan la convicción y pongan en práctica esa frase que escuchamos en forma recurrente: “la cultura es el motor del desarrollo”. Pero que a la hora de distribuir los recursos fiscales, como ocurre hoy en Chile, sólo se entrega al sector el escuálido porcentaje de un 0,40% del presupuesto de la nación.