Opinión

¿Punto de quiebre para el modelo de desarrollo?

La oportunidad está: Una nueva Constitución. El “pueblo” (muchos le temen a esta palabra) tiene un poder que puede y debe ejercer por sí mismo para determinar qué Estado le parece apropiado para garantizar el máximo bienestar de toda la ciudadanía.

Por: Diario Concepción 04 de Junio 2020
Fotografía: Carmen Gloria Jarpa

Dra. Carmen Gloria Jarpa Arriagada
Directora de Escuela Trabajo Social de la Universidad del Bío-Bío

Luego de la revuelta popular de octubre, muchos nos preguntamos sí ese era el principio del fin para el modelo capitalista desbordado. Digámoslo claramente, cuando muchos expertos afirmaban que “nadie vio venir” el mal llamado “estallido” social, me sitúo desde la lógica de la evidencia acumulada respecto de segmentación educativa, segregación territorial y barrial, acumulación de la riqueza y desigualdad estable en Chile desde mediados del siglo XIX, y afirmo, sin ambages, que sí sabíamos que esto iba a pasar. Sin embargo, como quién esconde la cabeza para no ver el desastre, nos negamos a asumir nuestra aciaga realidad. Somos uno de los países más desiguales del mundo y, ocurrida la pandemia, la desnudez de esas inequidades nos golpean en la cara.

La colusión del Estado con el sector empresarial para el mantenimiento y reproducción de las lógicas de mercado y de los patrones obscenos de acumulación del capital, son expresión palpable de que el sistema tiene que cambiar. Ante la pandemia, la diferencia entre los planes de rescate para los grandes empresarios y los escuálidos planes de asistencia social para los más pobres de este país, muestran las claras preferencias de un Estado cómplice. No obstante, comparto la idea de quienes afirman que el sistema capitalista está en una crisis planetaria; desde ese lugar, la pregunta razonable es ¿es una crisis en dirección a desaparecer o para la preservación? Mi respuesta es, depende.

En Chile, dependerá de la fuerza que pueda tomar el “Poder Constituyente” del que tan bien escribe Gabriel Salazar. La oportunidad está: Una nueva Constitución. El “pueblo” (muchos le temen a esta palabra) tiene un poder que puede y debe ejercer por sí mismo para determinar qué Estado le parece apropiado para garantizar el máximo bienestar de toda la ciudadanía. Ese Estado, decidido por la soberanía popular, debe corregir el modelo de desarrollo, detener el extractivismo y la destrucción de suelos, aire y mares; debe proveer de una genuina seguridad social, con altas cuotas de solidaridad y de un denso tejido social de sostén a los tiempos difíciles. Recuperar el sentido de barrio, de comunidad; abandonar la competencia desmedida, el lucro exagerado, el endeudamiento como factor de status. Debe, además, incorporar el sentido multicultural de nuestro Chile y reconocer a nuestros pueblos originarios. En fin, ¿es posible superar las desigualdades? Sí, otros países ya lo han hecho, pero han debido abandonar el modelo capitalista a ultranza.

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