Opinión

Aquel viejo país extranjero

Por: Diario Concepción 01 de Junio 2020
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Jaime Tohá González
Diputado de la República

Atravesamos momentos de incertidumbre y de decisiones. No hay en ello nada raro si se piensa que asistimos a una crisis inédita en la historia reciente de la humanidad. Pandemias han existido siempre, sin embargo, no con esta velocidad de propagación, universalidad y daño económico.

El escritor británico L.P. Hartley, en su obra El Intermediario, escribió lo siguiente: “El pasado es un país extranjero: allí se hacen las cosas de otra manera”. Y llevaba razón. El fortalecimiento de las instituciones y la cobertura progresiva de prestaciones que no existían hace unas décadas, nos recuerda que, si Chile hoy está discutiendo políticas públicas para mitigar los peligrosos efectos económicos derivados de la suspensión de las actividades laborales y empresariales, es porque en ese pasado hay mucho que rescatar.

La capacidad que tienen los Estados de enfrentar escenarios adversos proviene de que, en ese ‘país extranjero’ se hayan hecho las cosas bien. Y si hoy esa retrospectiva es favorable, es porque ayer se tomaron resguardos que nos permitieron enfrentar estos retos.

Durante los últimos años, se ha vuelto un lugar común criticar a los gobiernos de la Concertación, no obstante, haber sido el período más exitoso de la historia del Chile. En 1990, se comenzó una estrategia de crecimiento con equidad a través de un sistema de protección social en base a una nueva política fiscal que redujo la pobreza de un 40%, a un 13,7%. Además, las exportaciones se incrementaron significativamente en igual período y pasamos de un per cápita de 2.500 dólares a comienzos de los años noventa, a un per cápita de 25.800 dólares el año 2018. Lo anterior, permitió establecer fondos soberanos, disminuir la deuda pública a un mínimo histórico y tener los más altos indicadores de clasificación de riesgo, todo lo cual entregó al Fisco, y al sector privado, la chance de acceder a créditos en condiciones excepcionales.

Naturalmente, no todas las dimensiones de la vida de las personas tuvieron iguales mejoras. Siguen pendientes, entre otros, el desafío de disminuir los índices de desigualdad, de mejorar la diversificación de la matriz productiva y de agregar valor a nuestros productos. Pero, de no haber tenido políticas como la del superávit estructural que dio soporte a medidas de responsabilidad fiscal hace ya 20 años, los costos sociales y económicos para el país hoy serían inabordables.

Por ello, es una necesidad que hoy surjan voces que reclamen la importancia de tener estadistas conduciendo el país y de recordar que el pasado -ese país extranjero en el que muchas cosas se hacían- pueda ser nuestro futuro.

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