La pandemia nos obliga a adaptarnos en forma rápida a un nuevo modelo, uno de no presencialidad, remoto u online.
Ricardo Fuentes Lama
Secretario académico Facultad de Ingeniería Unab
Estamos en presencia de profundos cambios en el qué y en el cómo hacer las cosas, en ámbitos económicos, sociales y tecnológicos, con una variable que no estaba considerada como la actual pandemia, que ha acelerado el proceso natural de adecuación necesaria en las formas.
La revolución industrial precisamente trató de eso, de transformaciones profundas, iniciadas en el siglo XVII y finalizadas a inicios del siglo XX, en donde puede resumirse en el abandono de un modelo agrario de comercio, trabajo y sociedad en pos de uno urbano, mecanizado e industrializado.
La actual pandemia nos toma por sorpresa y obliga a adaptarnos en forma rápida a un nuevo modelo no presencial, remoto u online. Obliga a un aterrizaje forzoso a distintos sectores: la industria, la educación, el comercio y otros. Claramente el primero tiene componentes irrenunciables a lo tradicional, pero la educación y el comercio se suben al carro o se verán seriamente amenazados. ¿En qué estado nos encuentra esta revolución, como país y como región, considerando que el virus puede estar por mucho tiempo?
La educación, por lo menos la superior, ha dado muestras de poder llevar las clases presenciales de forma remota. Algo se intuía que el año 2020 no sería uno de condiciones normales por todo lo que venía pasando desde octubre pasado, y, en función de eso, algunas instituciones se prepararon muy bien en cuanto a plataformas y capacitaron a sus docentes para hacer frente a esa posibilidad.
¿Y el comercio? El Imacec de marzo cayó un 3,5% precisamente comparable con octubre 2019, cuando fue de 3,4%. La caída tiene que ver con las medidas para mitigar la propagación del Covid, con la que las actividades más afectadas fueron los servicios y el comercio. ¿Y cómo no? Según el índice de transformación digital de empresas, un promedio de 43 puntos, lo cual revela que el nivel de avance en procesos de digitalización se ubica en un nivel de “intermedio Digital”: la mitad de las empresas de Chile aún se encuentran como principiante digital o inferior, y la otra mitad aún no se suma.
Muchos desafíos vienen, internet se transforma en una nueva necesidad básica en la pirámide de Maslow, si no se cuenta con ello, se queda fuera. El gobierno debe entenderlo y apoyar a los más necesitados a que cuenten con esta tecnología, pues sabemos las implicancias de no contar con ello.