Nicolás Saá
Académico de la Facultad de Medicina UCSC
Siempre el cine ha sido una inspiración. Desde temprana edad nos empapamos con las historias arquetípicas de las viejas películas que forjan nuestros recuerdos. El celuloide, a través de la imaginación, también nos transporta a escenarios disimiles, alternativos a nuestra realidad inmediata, pero que se nos adelantan o anticipan ante lo hipotético-real.
¿Quién habría de haber imaginado hace un año o, incluso, 6 meses atrás (Cisne Negro clásico) la actual pandemia que tantos problemas (o desafíos) han acarreado a la humanidad?, ¿quién habría de aceptar que era esperable esta situación que ha probado la resistencia, resiliencia y la antifragilidad de naciones y sistemas sanitarios de cientos de países?
No sé si dispensarle propiedades de pitonisa al arte que Ricciotto Canudo calificara en su célebre ensayo “Manifiesto de las Siete Artes” como “arte plástico en movimiento”. Pero que el cine se adelantó en varios años al panorama actual y todas sus problemáticas con el Sars-COV-2, no cabe duda.
¿Y cuál es el motor de esa capacidad de adelantarse en el tiempo, invocando futuras realidades, todo dentro de lo (im)posible? La imaginación. Pero no la imaginación como concepto vago, imbuido en el mundo de las ideas platónicas, sino la imaginación de un ser de carne y hueso que, a través de esta poderosísima herramienta, adelanta futuras utopías, distopías o ucronías. La imaginación yace, como soporte físico, en el cerebro, la cual es nuestra “máquina predictiva”.
Pero ese es tema de otra columna. Por lo tanto, el cine funciona como perfecta herramienta didáctica, ya que inspira, llama, reta, descoloca a nuestra realidad inmediata, gatillando, al igual que en una reacción enzimática, el pensar más allá, el elucubrar las múltiples posibilidades de la realidad.
Para la bioética es perfecta en su enseñanza, ya que es un formato atractivo para nuestros alumnos que, con una buena guía, es muchísimo más llamativa que la enseñanza habitual. Cada temática bioética se podría desglosar en una set de películas (aborto, eutanasia, medicina de catástrofes, relación médico- paciente, etc.).
Ya que han cambiado tantos paradigmas, ¿por qué no cambiar este también? Sugiero para continuar esta cuarentena (u) (dis)tópica esta lista (no original, no muy inventiva) de películas sobre temas en bioética: Million Dollar Baby (eutanasia), Gattaca (manipulación genética), Una Verdad Incómoda (cambio climático), Cadena de favores” (solidaridad), A propósito de Schmidt (tercera edad), La Naranja Mecánica (violencia) y Matrix (sociedades distópicas).