Opinión

Reflexiones frente al Covid-19

Por: Diario Concepción 20 de Marzo 2020
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra
Presidente Fundación República en Marcha

Los loables esfuerzos que se están realizando Chile, para la contención del virus tienen como propósito central aplanar la curva de infecciones, de modo que los hospitales no colapsen, y de esta manera haya menos muertes y secuelas innecesarias.

En los países de la OCDE los primeros lugares, los ocupan Japón, Corea del Sur, Rusia y Alemania con sobre 8 camas por cada 1000 habitantes en el caso de Alemania y Rusia, y en el caso de Corea del Sur y Japón, 12 y 13 respectivamente. Chile tiene una capacidad de 2,1 cama por cada 1000 habitantes ocupando el lugar número 36 de entre el selecto grupo de países que hoy suman 42, cifras que en todo caso son cercanas a las de Suecia o Dinamarca.

Sin embargo, quiero destacar nuestras cifras en materia de proyección de vida que ha evolucionado entre el año 1960, de 60 años a 79,9 en el año 2017 ocupando el lugar 35 a escala global y en una medición de 192 países. Algo similar a lo que ocurre con las tasas de fallecimiento infantil que son solo de un 6,4 por cada 1000 nacimientos en bebes menores de 1 año, en que Chile ocupa el lugar 161 de entre 221 países en una escala inversa en que el 221 lugar correspondiente a Eslovenia con la tasa más baja de 1,6 fallecimientos. Mientras que el primer lugar corresponde a Afganistán, con una cifra de 108 fallecimientos por cada 1000 nacimientos.

Inspiradores resultan videos de los canales de Venecia. En pocas semanas recobraron su color cristalino, después de décadas de color barroso y pestilencia insoportable y nos invitan a detener nuestra mirada y repensar nuestras formas de desarrollo.

Debemos mejorar la proporción del PIB invertida en salud, en Chile de 8,1%, para estar preparados para un mundo que cambia de manera vertiginosa e impone nuevos desafíos. Los antecedentes medio ambientales, pero también las cifras de proyección de vida y el bajo fallecimiento infantil que evidencian el éxito del modelo de desarrollo en algunos aspectos, imponen la necesidad de humanizarnos más, de reivindicar los valores de la solidaridad y equilibrar con delicada sutileza la libertad individual con una vida colectiva.

Cuando disipe la noche obscura, requerimos volver a crecer, pero trascendiendo a la sola medición del PIB, para incorporar variables que permitan avanzar en reducción de la vulnerabilidad frente a las amenazas e incorporar variables que apunten hacia la inclusión y la sostenibilidad del modelo, para hacerlo apto a la seguridad y la felicidad.

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