Opinión

La libertad de todos y todas (I)

Por: Diario Concepción 18 de Marzo 2020
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Jaime Tohá González
Diputado de la República

Uno de los más importantes intelectuales que tuvo el pensamiento socialista y progresista del siglo XX, fue Eugenio González Rojas. Nacido en Santiago en 1903, el Instituto Nacional y la Universidad de Chile fueron las matrices que lo forjaron. Fundador y primer presidente de la FECH, profesor y decano en el Instituto Pedagógico, posteriormente rector de la casa de Bello, es una fuente ineludible a la hora de contar la historia del pensamiento democrático chileno. Fundador, entre otros, del Partido Socialista y años más tarde, su Secretario General, fue además ministro de Educación de la breve República Socialista el año 1932. Escritor y académico, llevó sus logros con encomiable modestia siendo portador de un agudo sentido de observación de la política. Su legado intelectual aún hoy nos ayuda a comprender aspectos claves del presente.

González, pone de relieve tempranamente la no contradicción, e incluso la complementariedad en un sistema democrático entre liberalismo y socialismo. No entiende a este solo como un sistema regulador de los medios de producción y contra la propiedad privada. Por el contrario, hace 60 años nos previene que, la misión más genuina de un proyecto que tenga como norte la dignidad humana y la justicia social, debe estar anclado fuertemente en la democracia, en la iniciativa privada, y en un rol preponderante del Estado. El socialismo democrático, nos dice, “quiere hacer efectivas para todos los hombres, sin distinciones de ninguna especie, las realizaciones de la burguesía liberal (referida a la de los años 60’) en el orden político y, para conseguirlo, considera necesario extender a todos los hombres, sin distinciones de ninguna especie, la seguridad económica (…)”.

Así, se desprende de su opinión que el binomio democracia e igualdad, tiene sentido solo si es para la libertad de las personas. Hoy, la negación a la consagración de ciertos derechos fundamentales en nuestro país nos ha llevado a que el desamparo o el menoscabo no pueda ser combatido por el Estado, sino solo superado a través del libre juego de la iniciativa individual en una economía de mercado. La unidad de medida de todo logro, así, es la del individuo y no la del colectivo. Eugenio González nos dice que, en el socialismo democrático la igualdad que se promueve es para la libertad, pero no aquella de unos pocos. Un pacto constituyente debe estar provisto de la participación de todos en el goce de ciertos derechos fundamentales, y en el reconocimiento de ciertos bienes esenciales. Sólo así, podremos hablar no de la libertad de unos pocos, sino de la libertad de todos y todas.

(continúa)

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