Opinión

Novak o Roger: monstruos distintos

Los números de Djokovic se acercan a los de Federer y el debate está sobre la mesa: ¿Quién es el mejor de la historia? El intocable suizo ya no tiene el trono tan asegurado y su gran rival dejó de ser Nadal.

Por: Paulo Inostroza 24 de Febrero 2020
Fotografía: Facebook

Roger es el tipo perfecto. Un caballero fuera de la cancha y, dentro de ella, un tenista con todos los golpes posibles, en cualquier cancha, un lujo para sentarse a ver y disfrutar. Federer le ganó incluso al tiempo, compitiendo con los mejores a sus 38 años. Sus duelos con Nadal son una de las rivalidades más grandes de la historia y, puntos más o menos, da la idea que ganó. Roger nos enamoró, nos hizo compararlo con Michael Jordan, se hizo realmente intocable.

En medio de ese amor que parecía para siempre, irrumpió Novak Djokovic. Un tipo imponente, también con gran variedad de recursos, pero muy distinto a Roger fuera de la cancha: a veces explosivo, muchas veces un tipo divertido, extrovertido, querible a su manera. “Al menos, no me odian”, dijo hace poco. De pronto, sus números acecharon a Rafael Nadal, se acercaron a los de Federer. ¿Y si estuviéramos frente al uno de todos los tiempos y no lo notamos? Tiene 32 años, y el propio Federer fue el que nos hizo creer que eso es poco.

Federer tiene 20 Grand Slam y 310 semanas como número uno. Djokovic alzó 17 títulos en los cuatro grandes y 278 semanas liderando el ranking. Hay quienes aseguran que Novak lo pasará sí o sí en números, hay quienes piensan que no todo se trata de números.

Boris Becker sigue siendo uno de los más grandes, con apenas 12 semanas al tope del listado mundial. Ni hablar de Marcelo Ríos, uno de los más talentosos de todos y sin un solo Grand Slam en su vitrina.

Puede ser un nuevo debate de los subjetivos gustos contra los números, el inexplicable amor contra la evidencia empírica o un empate que no queremos que sea empate. Otro Messi versus Cristiano, donde al final lo mejor siempre será disfrutarlos a ambos. Bueno, ellos nacieron para competir, para ganar. Y también para darse la mano al final del juego, más allá de un resultado.

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