Opinión

La poca conciencia de Pinocho

Por: En el Tintero 30 de Noviembre 2019

Para una generación joven que en su mayoría asocia la fantasía con las rentables producciones de juegos electrónicos japoneses, un cuento del siglo XIX, es posiblemente desconocido, por mucho que haya sido uno de los libros más leídos del mundo. Se trata de Las aventuras de Pinocho, publicado en 1883 y escrito por Carlo Lorenzini, quien eligiera como nombre artístico Collodi, en honor a un pequeño pueblo ubicado en el corazón de la Toscana donde pasó su infancia.

Pinocho fue publicado en Italia en el periódico “Giornale per i bambini” desde 1882 hasta 1883, por capítulos, entregados un tanto a la fuerza por el autor que no era demasiado afecto al trabajo duro, sin embargo, todas las aventuras de este muñeco de madera van dejando lecciones a sus niños lectores y otros no tan niños, que no podían esperar tranquilos la llegada del próximo capítulo.

El muñeco en cuestión podría ser calificado ahora como portador de un déficit atencional, con algunos componentes de hiperactividad y con conflictos morales para separar el bien del mal. Esta última característica movió a su creador para dotarle de una conciencia externa, ya que no la tenía propia, un grillo, que con paciencia y ciertamente con bastante riesgo ante el irascible Pinocho, asumía el papel de consejero, ya que el notorio crecimiento de la nariz al decir mentiras, era la única consecuencia visible para este muñeco que tenía mucho que aprender antes de convertirse en niño bueno.

No es un cuento muy alejado de la realidad, queda todavía mucha gente que no tiene conciencia propia y que necesita que otros le digan cómo comportarse. Ahora mismo, a muchos de nosotros, otras voces nos dicen que nos ha faltado por hacer.

PROCOPIO

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