Opinión

Gente de dedos muy largos

Por: En el Tintero 16 de Noviembre 2019

Durante la colonia, las buenas velas venían de la Madre Patria, cuando había huelga de galeones, había escasez de velas y se abría una brecha para el mercado negro, en el cual las velas eran ofertadas a precios alcanzables y en momentos oportunos, sin que nadie hiciera preguntas incómodas o pidiera conocer el origen fabril o autorización para producirlas.

Es probable que entre los ofertantes de velas de esos tiempos hubiera habido algún sacristán, o que en plena escasez, la casa de alguno de ellos luciera muy iluminada, por lo que se podía inferir que esas luminarias provenían de los almacenes de la iglesia.

De ahí vendría el dicho popular que reza: “sacristán que tiene velas sin tener cerería, de donde pecatas meas, si no es de la sacristía”. Así habría sido entonces, como lo es también ahora, una metáfora utilizada para expresar un desbalance innegable entre los ingresos de un funcionario público y su ritmo de vida, para ironizar sobre el acelerado crecimiento patrimonial de algún personaje, en razón al tiempo de su participación en el cargo.

Para el común de los mortales está dejando de ser un misterio de donde algunos sacan tantísima plata, pero todavía quedan dudas más que razonables con respecto a su origen y legalidad, personas que tienen la rara habilidad de apropiarse de lo ajeno de modo elegantísimo, tanto que cuando son sorprendidos, negocian hasta ser perdonados con benévolas reprimendas.

Como todos los misterios, este en particular empieza a perder su ocultamiento, está siendo cada vez más difícil meter escándalos bajo la alfombra, aunque no se puede bajar la guardia, hay expertos en aplicar el principio de hecha la ley hecha la trampa.

PROCOPIO

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