Opinión

Cómo avanzar de verdad en las demandas sociales

Toda la historia nacional se ha construido en conflictos y cambios parciales sin pacto social.

Por: Diario Concepción 10 de Noviembre 2019
Fotografía: Diario Concepción

Esteban Valenzuela Van Treek
Director Crea Sur
Universidad de Concepción

Chile tiene extrema urgencia por un proceso constituyente, porque la explosión social y la rabia/sueños que movilizan son profundos en un país que tiene renta, instituciones, universidades y sociedad civil para construir un modelo de democracia avanzada, solidaria, sustentable y descentralizada.

Los agudos conflictos que explotan masivamente en la coyuntura crítica no encausada por los poderosos (gobierno, parlamento, grandes empresas), son de larga data: desigualdad social, ausencia de descentralización sustantiva con ley de rentas, evasiones masivas de la elite en un país que sigue con carga fiscal en torno al 20% versus 35% promedio de la Ocde, ambientales y plurinacionales como la falta de una negociación política con los mapuche, siendo la última el tratado de Tapihue en Concepción con el federal Ramón Freire en 1825.

Toda la historia nacional se ha construido en conflictos y cambios parciales sin pacto social. Tras las guerras civiles de 1830, 1851 y 1859 el presidente Joaquín Pérez se atrevió a iniciar con los liberales una apertura democrática.

La guerra civil del 1891 obligó a la ley de municipios autónomos y de balancear el poder presidencial con el parlamentario. Las luchas sindicales y militares reformistas forzaron las leyes sociales de 1942 y la Constitución de 1925 que nunca implementó la provincia autónoma.

La masiva migración a las ciudades de los campesinos, tomas de terrenos de pobladores y toma de universidades fueron claves para las reformas sociales de Frei y Allende.

Las protestas desde 1983 y organización para el plebiscito de 1988 abrió las puertas a la redemocratización parcial.

Los mapuches, en reemergencia indígena global, se movilizaron para lograr devolución de tierras. Mientras, secundarios y universitarios entre el 2006-2013 forzaron las leyes de gratuidad educacional y fin de selección.

En todos los casos reformas parciales sin un pacto social constitucional construido desde abajo. Chile nunca ha tenido una Constitución democrática legitimada por una mayoría sólida.

Un itinerario ideal para evitar el desgaste social, institucional, económico y político del estallido que se prolongará si no hay reformas y procesos constituyentes:

– Pactar ahora un crecimiento de la carga fiscal del 21 al 25% del PIB con ley de rentas territoriales que evite evasiones masivas (al predial, a las patentes, a los royalties por recursos naturales), entregue de competencias y recursos por ley relevantes, pudiendo así el Estado central liberarse de gastos y concentrarse en la seguridad social decente para todes en salud, previsión y educación.

– Los municipios concentrados en servicios garantizados para toda la comunidad.

– Las regiones empoderadas para destinar los recursos a inversiones y programas con prioridad en infraestructura, viraje verde (agua, climatización hogares, biodiversidad, descontaminación, trenes y buses eléctricos) y desarrollo científico tecnológico aplicado para la diversificación económica de Chile en pacto público-privado-social y universitario regional.

– Claves del Proceso: de aquí a marzo aprobar ley de rentas territoriales, reforma social y realización de plebiscito por asamblea constituyente; abril elección de AC que propone al país nueva constitución en abril del 2021 para que se zanje el 21 de mayo de dicho año y se celebran elecciones a fin de año en un nuevo marco pactado por los chilenos en nuevas reglas legítimas.

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