Opinión

Empatía como punto de partida del desarrollo

El primer paso para avanzar en la construcción de un país con vocación de progreso y que mire hacia un desarrollo integral, inclusivo y sostenible, comienza en tan sólo subir el nivel del debate y recuperar la empatía.

Por: Diario Concepción 19 de Septiembre 2019

Augusto Parra Ahumada
Presidente de la Fundación República en Marcha

Vamos progresivamente sufriendo un cada vez más significativo deterioro del lenguaje en el diálogo político que evidencia desprecio por las ideas distintas a las propias y una carencia absoluta de empatía, generosidad y misericordia. Hemos reducido la política a la afirmación de las propias ideas por sobre el diálogo fecundo, que alcanza acuerdos sustantivos para impulsar el progreso.

Es parte del corolario de una profunda crisis marcada por el deterioro de las confianzas que nos sitúa como el país con niveles más elevados de desconfianza interpersonal de la Ocde, con un 87% de personas que no confían en quien está a su lado y con una desconfianza en las instituciones también cada vez más significativa.

Es que pese a la reducción de la pobreza y el avance del PIB vamos perdiendo humanidad y socavando las bases de la democracia, al no tener capacidad desde las instituciones políticas de procesar las postergaciones sociales, las desigualdades arbitrarias, los conflictos ambientales y los nuevos paradigmas, a los desafíos que impone la cuarta revolución industrial por ejemplo, en materia laboral, en relación a los límites éticos en distintas materias, así como no innovamos al ritmo de las emergencia climática, para ofrecer soluciones, otorgando respuestas añejas a problemas actuales de otra complejidad.

Si no existe un cambio de conciencia que permita impulsar agendas de respuesta, construidas desde el diálogo propio de un tejido social más fuerte y devenido en capital social y no recuperamos credibilidad, legitimidad y confianza, apto para proporcionar estabilidad social, no sólo habremos dado paso al populismo y las soluciones mesiánicas propias de los caudillismos, si no que habremos de hipotecar la posibilidad de hacer una transición al desarrollo.

El camino al desarrollo requiere de una estrategia que sea el camino trazado en común para alcanzar objetivos definidos y es el único camino posible hacia el desarrollo, pero ese camino común y esos objetivos compartidos, sin una democracia dialogante se convierten sólo en las buenas intenciones de unos pocos, pues el principal enemigo del desarrollo, el progreso y de avanzar civilizatoriamente hacia un Chile más próspero es el diálogo de sordos.

El primer paso para avanzar en la construcción de un país con vocación de progreso y que mire hacia un desarrollo integral, inclusivo y sostenible, comienza en tan sólo subir el nivel del debate y recuperar la empatía y la bondad.

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