Opinión

La exigente tarea de ser decente

Por: En el Tintero 27 de Agosto 2019

Hay un propuesta de la antigua Grecia, que, como muchas otras, ha logrado cruzar prácticamente indemnes dos mil quinientos años y que todavía resulta ser tentadoramente vigente, se trata de uno de los mensajes más atractivos de los sofistas, sobre todo, a la primera lectura, un llamado poderoso a la vanidad de la especie; “el hombre es la medida de todas las cosas”, dejando, precisamente, todas las cosas relativas a sí mismo.

Noción harto peligrosa, ya que desaparecen los absolutos, como los valores y los principios, por ejemplo, que quedan sujetos a la medida del hombre, a su interpretación arbitraria. La sociedad experimenta prontamente las consecuencias de esa manera acomodaticia de actuar, cuando todo puede justificarse con las maniobras adecuadas, si el hombre es la medida de todas las cosas, pudiendo ser cualquier hombre.

La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Como tales, se presentaban estos emprendedores de la educación, que andaban de un lugar a otro, según las oportunidades de mercado, con subidos honorarios por sus lecciones al ABC1 de la juventud griega. Sabían o simulaban saber de todo, desde astronomía a pintura, aunque la verdad no parecía importar tanto como dar la apariencia de saber y así pasar del falso saber al poder, entrenados en elocuencia para imponer argumentos a los menos avisados.

Ese tipo de razonamiento puede llegar a ser una amenaza permanente de la vida política, el arte de lo posible, como reza una de sus definiciones. La política debe ser, en cambio, una fortaleza de la sociedad en la custodia de los valores, sus representantes deben tener, por sobre todo, autoridad moral, es bastante pedir y lo menos que puede pedirse.

PROCOPIO

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