Opinión

El péndulo vuelve a marcar “progresismo”

Por: Diario Concepción 20 de Agosto 2019

La disputa política en la Argentina tiene un eje histórico que la estructura. Viene desde los inicios mismos de la patria y poco tiene que ver con una supuesta “grieta” generada por tal o cual gobierno. Ese concepto -el de grieta- habla de un bloque compacto y continuo que recibe un golpe o temblor que lo raja y divide. Pero, más allá de lo que vociferan algunos analistas en los diarios, no es lo que sucede en esta sociedad.

Las elecciones primarias que se dieron el fin de semana pasado estuvieron enmarcadas – tal vez más explícitamente que en el pasado- con lo que es una verdadera pelea de fondo. Son dos proyectos de país. Uno que representa los intereses de la oligarquía de la Ciudad de Buenos Aires, de los grandes capitales agroexportadores y del sistema financiero local e internacional. El otro, autodenominado “nacional y popular” y acusado de “populista”, que plantea el desarrollo industrial y la distribución del ingreso entre todos los sectores de la economía como su eje estructurador.

La historia argentina estuvo marcada por esta disputa. Una continuidad de lucha que tuvo como antagonistas a unitarios y federales, conservadores y radicales, peronistas y antiperonistas y, en los últimos tiempos, a kircheristas y antikirchneristas. La victoria de Alberto Fernández -parcial y que debe ser ratificada aún el próximo 27 de octubre- marca como el péndulo vuelve a posicionar a los segundos en el poder político.

Si el triunfo se confirma, y pocos ponen en duda que esto sucederá, recibirá un país incendiado. Su principal tarea será agudizar el ingenio para ver cómo arreglar el desaguisado que en el campo económico dejará el gobierno conservador liberal -por enésima vez en el país-.

Las severas quiebras que en sus 200 años vivió la economía local fueron -cada una de ellas- provocadas por gobiernos conservadores – liberales. La del radical Raúl Alfonsín es una excepción a medias. Sucede que asumió con el país en ruinas luego de la experiencia militar – conservadora del período ‘76-’83, pero no acertó a corregir el rumbo llevando al país a una hecatombe social.

La recordada crisis del 2001 fue generada por la dupla conservadora Menem – De la Rúa (ambos provenientes de partidos políticos del campo popular que traicionaron a sus bases y se pasaron de bando) y llevó a la Argentina al borde de la desintegración social. Hoy se vive en el país la tercera experiencia de desplome social y económico en 30 años y nuevamente es producida por un gobierno de corte neoliberal. Si hay que buscar una razón de la victoria de la dupla Alberto Fernández – Cristina Fernández el camino es por aquí.

El “Macrismo” multiplicó la pobreza, la indigencia, el desempleo, la inflación, el endeudamiento externo, la desindustrialización y la precariedad laboral, además de desentenderse de la educación, la salud y la seguridad pública. Fernández, en cambio, se presenta como un heredero genuino de Néstor Kirchner -el presidente que supo sacar a los argentinos de la mayor caída económica de sus 200 años-. Dice que esta vez podrá hacerlo porque sabe cómo. Cerca de 12 millones de compatriotas (el 47% de los que votaron) le pidieron el domingo pasado que se presente en octubre para intentar esa solución.

Máximo Kirchner, hijo de dos expresidentes (Néstor y Cristina), suele decir en sus discursos que las cuentas del Estado deben “cerrar con la gente adentro”. Es decir, los responsables de la macroeconomía del país no deben olvidarse de la población a la hora de hacer números. Fernández coincide. Por eso su tarea será titánica. Deberá evitar que la crisis se profundice en la economía macro y al mismo tiempo resolver en el menor tiempo posible los problemas del bolsillo popular. Nadie sabe a ciencia cierta cómo lo hará. Pero, por lo pronto, la población volvió a decir basta a una nueva experiencia neoliberal en el país que llevó a la ruina –una vez más- a millones.

 

Sergio Lanzafame, periodista
Desde Argentina, para laventanaciudadana.cl

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