El común de los mortales no se percata, pero la clase política está de maniobras, no es que esto sea una novedad, pero en estos tiempos las maniobras son envolventes y transversales, cada frase cuenta y aparecer en los medios es una clara oportunidad, ya que si se dan a conocer, en una de esas aparecen en las encuestas y eso basta para subir enormemente el precio de vitrina.
Habrá elecciones dentro de poco, el momento estelar de todo actor político, la razón de existir y también la de desaparecer, al menos por un rato, ya que no se sabe de un político que salga del juego para siempre, salvo que no se trate de una metáfora. Es el momento de las declaraciones, de las promesas, de la exposición de planes, de cambios o conservaciones, según sea el caso.
Lo que se expone a la opinión pública son los grandes temas y también los no tan grandes, pero igualmente trascendentes para los habitantes de este país. Es una oportunidad para evaluar lo que tenemos y los que nos falta por hacer, para dejar explícitas las directrices para avanzar en el futuro un poco más lejano, pero que siempre empieza ahora.
Lo que llama mucho la atención, es que después de estos capítulos de declaraciones y anuncios, exista un debate, a veces muy acalorado, entre los mismos políticos, desde las trincheras de sus propios territorios, cada cual con su afán, pero no parecen haber escuchado la voz de los ciudadanos, siempre ilusionados.
Sino fuera así, les veríamos preocupados de nosotros y no de ellos, nos traerían con frecuencia buenas noticias de cosas que están haciendo por el estado llano, nos preguntarían, con más interés, qué es lo que nos hace falta. Como los parientes buenos, estarían mucho más cerca.
PROCOPIO