Para la sorpresa de no pocos chilenos, siempre ocupados en nuevas y creativas maneras de quejarse amargamente de la lamentable situación del país, de las muestras de un progresivo deterioro, que oscurece el futuro de las nuevas generaciones y pone a prueba nuestra legendaria capacidad para afrontar constantes condiciones adversas, el Informe Mundial sobre la Felicidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), califica a Chile como el país más feliz de Sudamérica.
Para tranquilidad de los pesimistas irreductibles, nuestro país, aunque ocupa el lugar 26 del ranking, está un puesto más abajo que el año pasado, cuando éramos todavía más felices. Venezuela quedó al final del listado, lo que no causa demasiado asombro.
Para los menos avisados, casi todos nosotros, el recién pasado 20 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Felicidad y fue entonces cuando recibimos tan entusiasta galardón, que nos ubica en el lugar 26 a nivel mundial, con 6.444 puntos, lo que no está nada de mal. Más abajo aparece Brasil, en el 32, a mayor distancia, Bolivia en la posición 61. El más feliz del globo es Finlandia con 7.769 puntos y el menos feliz es Sudán del Sur con 156 puntos.
Según la organización, el análisis se realizó con una evaluación de la calidad de vida de las personas mediante “una variedad de medidas de bienestar subjetivo”, lo que debe intranquilizar a los escépticos de siempre, pero si no nos fijamos en los noticiarios, ni en los titulares, ni en las declaraciones de los políticos, la mayoría de los chilenos en sus propios asuntos no está del todo mal, que es la mejor manera chilena de decir que está bien.
PROCOPIO