Opinión

Crisis en Venezuela: Juan Guaidó

Por: Diario Concepción 21 de Marzo 2019
Fotografía: Cedida

Arnoldo Pacheco Silva
Historiador

Sin lugar a dudas que Venezuela ha sido arrojada a un pantano donde literalmente un pueblo se hunde en una crisis humanitaria, considerando el fracaso de su modelo económico, una inflación propia de un país imaginario, el desabastecimiento de los bienes más básicos para la existencia humana, el aumento exorbitante de la pobreza, desnutrición en la niñez, los enfermos crónicos sin atención en sus tratamientos, falta de medicamentos, etc.

Si a la descripción anterior no bastara por sí sola para sentir la extrema gravedad de la situación de un país, tendríamos que agregar a lo anterior, niveles altísimos de inseguridad personal, con altas tasas de homicidios y delincuencia, la violación de los derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, la inexistencia de un Estado de Derecho, la represión, la persecución política, la violencia y la tortura. Cierra esta tragedia, inaudita en los tiempos en que se reconocen y se defiende decenas de los derechos de las personas, el triunfo de Maduro en elecciones fraudulentas de mayo de 2018, cuando ya se había apoderado del Tribunal Electoral, del Consejo Nacional Electoral, la Corte Suprema y de otras numerosas otras instituciones. Conjunto de antecedentes y razones ya más que suficientes para que numerosos países no le reconozcan a Maduro legitimidad alguna en su apropiación del poder el 10 de enero de 2019.

Como remedo burdo de la democracia idearon un sistema que les permitió establecer la Asamblea Constituyente, otro espejo que refleja los intereses de la cúpula en el poder, con integrantes fieles a la causa gubernamental. De tal forma, que Maduro, en un atropello al derecho, mediante decreto, a esta nueva entidad, le entregó las atribuciones que correspondían constitucionalmente a la Asamblea Nacional.

La democracia en Venezuela fue muriendo por una lenta y violenta asfixia, hasta que las palabras revolución bolivariana, imperialismo, socialismo y tantas otras, se fueron disolviendo o perdiendo sentido en la conciencia del ciudadano. Del tejido democrático de otrora, queda el único vestigio auténtico y real de la voluntad de la nación: la Asamblea Nacional. Institución que alberga la mayoría opositora elegida por el pueblo en diciembre de 2015. Única institución con respaldo constitucional y reconocimiento internacional.

En el seno de ella va emergiendo este joven ingeniero de 36 años, elegido diputado por el Estado de Vargas en 2015, luego nombrado presidente de la Asamblea Nacional el 5 de enero 2019, afirmando en su discurso a los congresistas, que el órgano legislativo es el único Poder legítimo que tiene el pueblo de Venezuela, desconociendo totalmente el gobierno de Maduro. Los días siguientes da un paso más audaz e inédito, el 23 de enero reciente, en un Cabildo Abierto, Guaidó convocando los artículos 233 y 333 de la Constitución, “el cual obliga a todo venezolano, investido o no de autoridad, a luchar para restituir el orden constitucional… lo que nos lleva a asumir claramente la presidencia que faciliten una transición pacífica y democrática en el país”.

Guaidó es un joven que encarna la esperanza de alcanzar la libertad del pueblo, busca despertar el alma de cada ciudadano sin tener instrumentos de poder en sus manos, sin apelar a la violencia, ha desafiado el poder de Maduro que sólo tiene las armas. Este nuevo líder, sin discursos mesiánicos, se compromete a buscar un gobierno de transición pacífica y aliviar, en forma inmediata, el sufrimiento de los más necesitados con la ayuda humanitaria internacional. Que por el camino de Guaidó no se crucen con torpeza las amenazas de fusiles extranjeros, que por el contrario puedas seguir andando hasta encontrar una negociación entre la oposición y las fuerzas armadas, que podrían traer la paz y la libertad para Venezuela.

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