Opinión

Arias, “mujeres lloronas” y lo ordinario del fútbol

Técnico de Universidad de Chile desnudó una práctica habitual, de negociar antes que el colega se vaya, pero de la peor manera: negando las mentiras, una tras otra, y disparando contra todo a su paso. El fútbol moderno, fuera de la cancha.

Por: Paulo Inostroza 18 de Marzo 2019
Fotografía: La Tercera

Lo negó tres veces. Quizás cinco, siete y alguna vez más. Incluso, se enojó al ser cuestionado. Le pillaron los papeles del hotel y parece que hasta intentó alguna triquiñuela de bandido para no dejar pista. Como quien sabe y tiene muy claro que hizo algo incorrecto. Algo que borrar. Así llegó Arias a la “U”. Ensuciando aún más el ambiente que intentaron limpiar sacando a Kudelka. Un DT que andaba mal, pero un tipo aparentemente correcto. Parece que decente.

“No soy el primero ni el último que lo hace”, “esto se ha hecho siempre en el fútbol”. Así se justificó Arias antes y después que la UdeC le metiera un 2-1 justo a la mandíbula. Un gallo con mucho verso, con justificación para todo, bueno para exaltar a los suyos en la derrota, a ver si así se gana un camarín que se le viene difícil. Durísimo, porque un líder sin credibilidad deja de ser líder. Como sus propios dirigentes.

También dijo que tenía que cuidar su pega, que una vez lo quiso hacer de la manera correcta y se quedó sin nada. Y cada excusa sobre otra termina hundiéndolo más y más dentro de este cerro de basura. “Le pasó hasta a Solari”, agrega para sumar supuestos argumentos y llega a dar vergüenza.

El fútbol normalizó lo sucio y también lo ordinario, lo rasca. En las afueras de Collao, la hinchada azul repartiendo afiches con la cara de Heller, un signo de disparar a su frente y el mensaje “por las buenas o por las malas”. Y en conferencia de prensa, Arias sigue echando leña al fuego de la indecencia. Ahora habla de que se cansó de “esa actitud de mujeres lloronas”. Criticado incluso por la ministra del Deporte. Contra la pared donde el mismo se puso.

Arias no es el único, los dirigentes de la “U” tampoco son los únicos, pero eso no los justifica. El fútbol se puso rasca y, por dentro, la moda sigue ganando adeptos.

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