Opinión

Lecciones de pronto olvido

Por: Procopio 27 de Febrero 2019

No les fue bien a los persas con los griegos, el 29 de septiembre la flota persa fue capturada y destruida en Salamina, en un combate naval con diseño de antología del comandante heleno Temístocles. Las malas noticias no habían terminado para los irritados persas, antes de un año a partir de esa fecha, en agosto de 479 a.C., un ejército combinado de los estados griegos les derrotó sin apelación en la gran batalla de Platea.

Antes de aquello, Jerjes, fastidiado por la manera como se estaban desarrollaban los acontecimientos, ya que él había tenido la gentileza de acompañar a sus tropas como quien va de picnic y no para ver como una gentuza les propinaba sólo malas sorpresas, se había mandado a cambiar a Susa, su capital, a ocuparse de cosas realmente importantes.

En resumen, un grupo de estados pobres y de pequeño tamaño, enfrascados en perpetuos conflictos, fue capaz de unirse y destruir al contendor más poderoso de la época, ya que los griegos combatían por lo suyo, por sus familias, por su muy valorada libertad, la marca de clase de esa cultura política, en contraste con los soldados persas, llevados allí a la rastra y muchas veces con la persuasiva elocuencia de los látigos.

A poco andar más tarde, los griegos empezaron a pelear entre ellos, los persas, siempre atentos, intervienen sigilosamente, invaden Grecia los arqueros persas, es decir, la figura de un arquero grabada en monedas de oro, que se hacían llegar en grandes cantidades y en oportunidades distintas a ambos contendores y sus aliados, al final, Esparta derrota a Atenas y ambas ciudades quedan en la ruina. La moraleja es demasiado evidente.

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