Opinión

Guardadores y adopción: en busca de la palabra olvidada

Por: Diario Concepción 16 de Febrero 2019
Fotografía: Cedida

Imposible para una madre o para un padre permanecer indiferente ante el artículo publicado ayer en Diario Concepción, sobre el drama de una familia  guardadora a la que la “Justicia” le está negando la posibilidad de adoptar a un niño de dos años, que llegó de cuatro meses y con quien ya han construido un vínculo que no debe disolverse por la fuerza.

Este caso nos hace recordar al registrado en 2016, cuando un carabinero huyó con la pequeña a quien había cuidado por 3 años. Prefería perderlo todo antes que entregar a su hija. Fue tanta la presión mediática que esa historia tuvo un final feliz, pero ¿qué pasará con la familia penquista?

La ley chilena no prohíbe la adopción a parejas guardadoras y, sin embargo, de alguna manera ellas saben que deben estar dispuestas a dejar ir a ese pequeño ser humano a quien han acunado por largos periodos, más que nada por disposiciones internas y políticas del Sename. Y es que se habla de vulneración de derechos, de leyes con números que nadie recuerda; de protocolos, procesos, procedimientos, documentos, trámites y carpetas en los tribunales. Y, curiosamente, se olvidan conceptos como consolar en el llanto, arrullar, cantar una canción de cuna, o abrazar.

El vínculo entre padres adoptivos e hijos no es inmediato. Padre y madre no tienen 9 meses para acostumbrarse a ese otro que se ve, se siente y late dentro de una preciosa panza redonda.

Padre y madre son lanzados al mundo de la mater-paternidad de golpe y porrazo, y de sopetón se ven con un bultito tibio entre los brazos.

La maternidad y paternidad adoptiva no es como hacer un café instantáneo: es construir un lazo con cada muda, con cada papa, con cada beso entre unas patitas diminutas para llegar a ser una familia.

Y, entonces, así como el amor nace entre dos amigos que no se lo esperaban, también, como una sorpresa maravillosa puede nacer entre los guardadores y los niños que se les han confiado.

Pero el mundo de los adultos está lleno de documentos importantes, de decretos, firmas y timbres que los niños no entienden…

Si vamos a hablar de infancia, entonces, digamos la única palabra que cuenta de verdad en esta materia: amor.

 

Bernardita Neira
Periodista y mamá

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