Opinión

Premios Darwin

Por: Procopio 14 de Febrero 2019

Existe en EE.UU. un premio de discutible buen gusto, el Premio Darwin, para aquellos que “han decidido, de manera involuntaria, proteger nuestro patrimonio genético sacrificando sus propias vidas”, aludiendo a maneras de morir que dejan en dolorosa evidencia una extraordinaria falta de mínima inteligencia.

Un ejemplo es un ciudadano que tuvo la astuta idea de comprar cuarenta globos meteorológicos de una tienda de excedentes de la US Navy, para proceder a inflarlos con helio y atarlos a su silla de jardín, el resto del equipamiento consistió en una pistola de perdigones. El plan era sencillo, permanecer flotando por allí unas pocas horas y disparar perdigones a unos pocos globos para descender controladamente a tierra.

La idea era que ascendiera la silla flotando suavemente hacia las alturas, sin embargo, al cortar amarras nuestro héroe salió proyectado al espacio como expulsado por un cañón, subió tan alto que tuvo miedo de disparar a los globos por temor a caer con igual velocidad a la que había ascendido, permaneció unas catorce horas a la deriva, muerto de frío, comenzó a disparar a algunos globos, para terminar milagrosamente enganchado en los cables de una torre eléctrica.

Querer ascender es saludable y recomendable, para eso suele haber una carrera de méritos y sacrificio. Hay otros que no están dispuestos a esperar y adquieren globos. Los hay de muchos tipos, para subir sin los méritos suficientes.

El riesgo de los ascensos violentos y con escaso soporte es que de pronto se desinflen los globos, o más frecuentemente, que el sistema se encargue de detonarlos.

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