Opinión

Bolsonaro, el nuevo vecino

Por: Diario Concepción 20 de Enero 2019
Fotografía: Diario Concepción

Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Universidad Santo Tomás
Concepción – Los Ángeles

Hasta hace un año, Jair Messias Bolsonaro era un perfecto desconocido para la mayoría de la población brasileña, el país más grande y poderoso de América Latina, y también para gran parte de la opinión pública internacional. Era un discreto diputado con una aspiración mayor: ser presidente, para borrar todo rastro del izquierdismo de los gobiernos del PT, el Partido de los Trabajadores.

Luis Inázio Lula da Silva, el histórico dirigente sindical metalúrgico, quien ya había sido presidente de su país dos periodos entre 2003 y 2011, y que aspiraba a un segundo mandato, figuraba como favorito aventajado en todas las encuestas.

Sin embargo, los casos de corrupción destapados por el juez Sergio Moro, hoy flamante Ministro de Justicia, extinguieron las opciones de Lula.

En menos de 12 meses, con un uso intensivo de redes sociales, Bolsonaro logró construir una imagen positiva, proponiendo a los brasileños un giro bastante radical a la derecha, erigiéndose como el paladín de la corrupción, el principal problema del país según los distintos estudios demoscópicos.

Con actitudes y declaraciones algo más que controvertidas, se ganó varios enemigos, como los grupos ambientalistas, los de defensa de los derechos de los gays (se ha mostrado abiertamente homofóbico), las comunidades indígenas o el movimiento de los sin tierras; así como incondicionales apoyos: por ejemplo, los ricos terratenientes, conocidos en Brasil como “coroneles”.

No hay que olvidar que Bolsonaro es un ex militar, defensor de la dictadura, que pasó a retiro con rango de capitán, y que luego se reconvirtió en político. Su elección ha removido los cimientos de la política brasileña e internacional y está en línea con fenómenos similares en otras latitudes, como Trump en Los Estados Unidos, Le Pen en Francia o Vox en España.

Para Chile, Brasil es un vecino amable que tiene una política internacional no agresiva, y quizás porque no compartimos fronteras hay una buena imagen unos de otros. En términos más simples, nos caemos bien, lo que no necesariamente ocurre con todos nuestros vecinos.

De hecho, cuando Bolsonaro fue electo, algunas figuras relevantes de la política nacional fueron a saludarlo, en un intento de confraternizar. Como sea, aún nos queda mucho por conocer, pero hay una pequeña muestra de lo que se puede esperar: la embajada de Brasil en Israel estará en Jerusalén (y no en Tel Aviv), la base militar de los EUA en Brasil esta semana fue desechada, así como que los niños se visten de azul y las niñas de rosa.

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