Opinión

Malos modos de limpiar la cancha

Por: Procopio 19 de Enero 2019

El dragón chino, ese sobre cuyo despertar alertaba Napoleón, terminó de dormir hace rato, después de las pesadillas de Mao Zedong, todavía atractivas para algunos, Mao anunció la llamada “Revolución Cultural Proletaria” para acabar con los «cuatro viejos»: el viejo pensamiento, las viejas costumbres, la vieja cultura y la vieja educación.

El objetivo era deshacerse de la estructura del partido dominada por sus críticos. Por eso, el 16 de mayo de 1966, declara la guerra a los contrarrevolucionarios –intelectuales, académicos, políticos, conservadores, maestros– de modo expedito; “La clase capitalista es la piel; los intelectuales son los pelos que crecen sobre la piel. Cuando la piel muere, no hay pelo”.

Jiang Qing, esposa de Mao, responsable de propaganda, lanzó la segunda edición, un billón de ejemplares, del «Libro Rojo». Los miembros de la Guardia Roja se saludaban unos a otros con citas del libro. Los jóvenes Guardias acabaron con el sistema educativo, aniquilando a los maestros e intelectuales. Los “revisionistas” eran juzgados enarbolando el Libro Rojo. Los castigos podían ir desde las burlas públicas y las palizas, a la deportación a campos de concentración o campo de reeducación, o la muerte.

Ese largo y tremendo episodio no termina de conocerse, el silencio posterior era parte del arte de sobrevivir. Como la historia y sus lecciones nunca son suficientes, deben quedar por ahí quienes estarían felices, con el maquillaje adecuado a la modernidad, de poner en marcha el efectivo librito rojo, o de otro color más contemporáneo.

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