Opinión

Riesgos impensados de la fama

Por: Procopio 28 de Diciembre 2018

La advertencia que no todo lo que brilla es oro, tuvo una verificación de llamativa potencia en Copiapó, cuyos monumentos a “Los Ilustres de Atacama”, han sufrido toda suerte de comentarios, sobre todos los malos, propios de gente envidiosa y de otros no envidiosos, pero con remilgos estéticos.

Que le levanten un monumento es por antonomasia la máxima aspiración de un prócer, confesa o cuidadosamente oculta bajo una trabajosa capa de modestia. El mejor sustituto de inmortalidad y fama perdurable, a pesar de los riesgos ambientales y palomas iletradas, desagradecidas y sin reglas de comportamiento sanitario, y de grafiteros iletrados.

Además de esos riesgos, también es posible que el monumento sea derechamente feo, o que se preste para la polémica, como ha ocurrido en Copiapó, con cinco estatuas de históricos personajes de la ciudad fabricados en China, con un imperial y enceguecedor dorado y la respetable altura de entre 2,5 y 3,5 metros de alto. Un dorado intenso que hace imposible no mirarlas, pero también dificulta hacerlo a plena luz, por el reflejo del sol.

El año pasado, Aduanas formuló una acusación a la Municipalidad de copiapina, por no haber cancelados los derechos de internación, con el el aviso que si no se ponen al día las podrían sacar, lo que para algunos no sería una mala idea. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a monumentos de un sobrio color verde oscuro o, en su defecto, de un aristocrático bronce envejecido, en contraste con estos próceres relucientes.

Es cierto que con tanto Pokemon y juegos virtuales, espléndidos en gráfica, con paletas de millones de colores, se pudo haber atenuado nuestra tradicional sobriedad, pero parece que todavía no ha llegado el momento de los monumentos a todo color.

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