Opinión

El lado raro de los descubridores

Por: Procopio 16 de Diciembre 2018

Duro de desalentar, Cristóbal Colón, tras años de negociaciones, puede  presentar su propuesta de expedición a la real pareja reinante, tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando, quienes estaban felices y financiados al haber logrado la rendición de Granada, el último reino moro.

Eso sí, ambos casi se van de espaldas con las condiciones de Cristóforo, duras, escandalosas y extravagantes, además de inauditas. Nadie había pedido tanto; título de nobleza, con permanencia para siempre en su familia, 10% de  todas las transacciones que se efectuaran en las tierras que se descubrieran, aunque se demoraron en recuperarse, terminaron por aceptar las condiciones del ahora almirante Colón quien había hecho intentonas infructuosas en Francia e Inglaterra, que tendrían siglos para arrepentirse.

Media hora antes del amanecer del 3 de agosto de 1492, zarpa con sus célebres carabelas, con su amigo Martín Alonso Pinzón, al cual posteriormente nunca le concedería el crédito que en realidad merecía. Ya sabemos que no descubrió América, que tropezó inevitablemente con un continente como una barrera imperdible, aunque sus cálculos errados de distancia a las indias correspondían a la distancia que recorrió para desembarcar en la, digna de resort, islita de Guanahanì.

Los setenta días de navegación, sin saber realmente si había algo más allá de ese mar aparentemente infinito, debió haber sido una prueba para los nervios de cualquiera. Colón llevaba dos diarios, uno para el con la verdad y otro para el resto, desfigurando el tiempo transcurrido. Fiel a su personalidad, no le dio la moneda prometida a quien primero viera tierra, Rodrigo de Triana, alegando que él la había visto antes que nadie. Fea actitud, pero hay otros descubridores que hacen lo mismo.

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