Opinión

De recursos humanos

Las mediciones e índices del mercado sustituyen los criterios políticos y los valores sociales.

Por: Diario Concepción 28 de Noviembre 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

ANDRÉS CRUZ CARRASCO
Abogado, magíster Filosofía Moral

Con la derrota de la actividad política, más vale invertir económicamente en el “yo” que en el “todos juntos”. Ante la evidente incapacidad del aparato público para desarrollar una fiscalización efectiva de las organizaciones privadas que impida que se abuse de los consumidores (nótese, que dejan de ser ciudadanos) o por el interés del fiscalizador en no perder la oportunidad el día de mañana de formar parte de la institución privada que es el sujeto de su escrutinio, la vida pública y los bienes públicos van cediendo a favor de los intereses privados.

Una de las paradojas de las ideologías económicas neoliberales extremistas es que prometen mercados más libres, países más libres y ser humanos libres, pero que socavan el fundamento de la soberanía, ya que subordinan el aparato público sólo a las necesidades del mercado, determinándose el éxito de un gobierno sólo en base al crecimiento económico y al PIB, aún cuando se incite con más fuerza que nunca la concentración inmoral de la riqueza y de la administración del poder en un pequeño grupo de personas que se desenvuelvan en un pequeño espacio territorial, dejando transformado al resto del país en una enrome periferia utilizada para explotar de manera indiscriminada recursos naturales, sin agregarles valor, con una deficiente plataforma de alternativas energéticas, con una significativa polución ambiental y con una institucionalidad gestada por una Constitución de cuya base se desprende una repugnancia por la participación ciudadana en la toma de decisiones.

De estas posiciones no se obtiene la emancipación del ser humano, sino que sólo la acumulación de bienes y un consumo desbordado, alentado por el fácil acceso al crédito que permite mantener dependientes a las masas de asalariados ante una frágil estructura de empleos y una deslegitimada actividad sindical. El “recurso humano” constituye sólo una manifestación más del capital, que resulta ser alineado conforme a las valoraciones del mercado. Los ciudadanos ya no existen. No son los soberanos portadores de derechos. Son un instrumento usado para crecer económicamente, o son un lastre, pudiendo ser desechados cuando ya no son útiles.

Las mediciones e índices del mercado sustituyen los criterios políticos y los valores sociales. Se prefiere el posicionamiento competitivo y la calificación del crédito en lugar de la justicia y el equilibrio de diversos intereses. Para Wendy Brown: “Como capital humano, el sujeto está a la vez a cargo de sí mismo, es responsable de sí mismo y es, no obstante, un elemento potencialmente prescindible del todo”.  Lo que no sirve, se bota.

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