Opinión

El susto nuestro de todos los días

Por: Procopio 20 de Noviembre 2018

El miedo es una emoción universal, transversal y antigua, nadie está libre, aunque con diferentes grados de magnitud, ocurre con las personas menos pensadas, por ejemplo, si hay algo que atemorice a los odontólogos son los pacientes con miedo al dentista, una situación sobre la cual nadie reflexiona demasiado y que a primera vista pudiera parecer sorprendente; que los dentistas le tengan miedo a sus pacientes, o que se considere atípico el temor a estos profesionales, generadores de susto por antonomasia.

Se podría pensar que los dentistas encuentren inexplicable tanto temor, que no es para tanto, que hay otras cosas harto peores y que no tienen tan mal prensa, ya que sus acciones no son nada del otro mundo. Es que nos pasa lo que a todos, eso de encontrar nada más normal que la tarea que hacemos todos los días, hasta perder noción de que a lo mejor las acciones para nosotros tan cotidianas, puedan ser asombrosas para otros viviendo en otra órbita, valedero para carteros, criadores de caballos, físicos nucleares y cultivadores de petunias.

El miedo es un fenómeno siempre presente cada vez a que nos enfrentamos con algo desconocido, sorpresivo o inesperado, una cosa por vez o todo eso junto. El temor disminuye muchas veces si conocemos más, si anticipamos lo que puede suceder, si se nos da la oportunidad de examinar las circunstancias con calma. Podemos lidiar con esa emoción. No es en realidad un problema dramático, salvo excepciones de las que siempre existen en este valle de lágrimas.

Hay, sin embargo, otros miedos casi mortales; a perder el respeto de nuestros pares, a perder la dignidad, a perder la confianza de los nuestros, se puede combatir los otros miedos y estos últimos también, para evitarlos parece bastar con decir la verdad.

Etiquetas