Opinión

Antídoto para abusos olímpicos

Por: Procopio 18 de Noviembre 2018

Olimpo significa lo más alto entre lo alto. Como tal, es el nombre del monte donde, según la mitología griega, residían los dioses. Asimismo, es el nombre de la montaña más alta de Grecia. La palabra, en este sentido, proviene del griego y  significa “el luminoso”.

Según la mitología helena, en el monte del Olimpo vivían los principales dioses del su nutrido panteón,  presidido por Zeus. Es un lugar prácticamente inaccesible, flanqueado por nubes, con estupendos palacios desde los cuales los dioses contemplaban el mundo  mientras eran entretenidos por las musas. En este sentido, vendría a ser el equivalente del cielo en la tradición cristiana,

Por otra parte, la expresión “estar en el Olimpo” significa encontrarse enceguecido de orgullo o apartado de la realidad, como puede pasar con catedráticos eminentes en sus burbujas autocomplacientes, o políticos que han perdido contacto con las reales demandas de los pueblos y viven en sus propios paraísos negociables.

A diferencia de olimpos democráticos, el grupo de dioses era de corto número, solo los más selectos del panteón, según los entendidos de la época. Como tal, su número no era  preciso y en ocasiones incluyó algunos dioses y excluyó otros, aunque nunca excedió los doce. Entre ellos los célebres Zeus y Hera, Poseidón y Deméter, Hermes y Atenea, Ares y Afrodita, Hefestos y Hestia, Apolo y Artemisa, y Perséfone y Dionisio. No había ministros.

El comportamiento de estos seres era de lo peor, abusones, díscolos, infieles y mentirosos, con justa razón los griegos aprendieron a vivir sin ellos, respetándoles a una distancia segura, nueva muestra de anticipada genialidad, a pesar de la inexistencia de redes sociales, que de haber existido, del Olimpo no habría quedado ni las piedras.

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