Opinión

Lo poco que nos está quedando

Por: En el Tintero 30 de Septiembre 2018

Con tanto terremoto y percances, a la muy sufrida Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo le quedan pocos recuerdos. Se perdió de repente, en alguno de aquellos, el silo de Nonguén, en la chacra Sta. Filomena, de 1934, cerca estaba el almacén “Para todos sale el Sol”, al frente de la actual Universidad del Bío-Bío, con un abrevadero para caballos, uno de los cuatro que originalmente estaban en la Plaza Independencia, ambos desaparecidos, nos queda la parte principal de la fuente y la columna de Ceres, según el diseño de Pascual Binimelis a mediados del siglo XIX.

Entre 1929 y 1935 se construye el Teatro del Liceo Enrique Molina, espacio que queda inserto dentro del establecimiento, en el sector central de la manzana, sin presencia desde la calle. Durante su mejor época fue sede de destacadas obras, y su oferta de espectáculos solo podría ser comparable con la que entonces ofrecía el Teatro Municipal de Concepción. Ahí están sus ruinas, esperando mejores tiempos.

El edificio de Correos, de la reconstrucción después del terremoto de 1939. El edificio de la Lotería, construido por acuerdo del Directorio de la Universidad de Concepción en 1940. La estación de Ferrocarril es de 1941, con su mural, ahora de muy limitado acceso, ubicado en la sala de espera de primera clase, ocupado actualmente por el gobierno regional. El puente de ferrocarriles, construido durante la presidencia de Balmaceda en 1885 y nuestro único testimonio del siglo dieciocho, un trozo de muro de La Merced, construido por los mercedarios de la época en 1770, bien poco más.

Lo único bueno es que no son demasiados los trozos de nuestra historia y no debería ser necesario un emprendimiento de proyecciones faraónicas para el cuidado de este modesto, pero digno, legado urbano.

PROCOPIO

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